Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

miércoles, 3 de octubre de 2007

Diosecillos, reyezuelos y aprendices de tirano.

En los días que han transcurrido desde el fin del verano hemos contemplado cómo la realidad política española se ha convulsionado vertiginosamente. Hechos hace pocos años impensables -incluso altamente improbables hace sólo unos meses- han estallado de manera sincrónica amenazando no a este o aquel detalle, sino al sistema constitucional en su conjunto. El ámbito de lo posible se ha ensanchado inadvertidamente hasta alcanzar dimensiones temibles. Los secesionistas se apoderan violentamente de las calles y amenazan a los disidentes con descerrajarles la cabeza de un tiro; queman efigies en actos de fe que evocan la quema de herejes; introducen con asumida normalidad la figura de los "comisarios (político-)lingüísticos" con el fin de evitar que los alumnos hablen su lengua materna; por otra parte, el caudillo de los vascos anuncia en el pequeño Nüremberg euskaldún la fecha de su anunciado golpe de estado; los ayuntamientos nacionalistas se proclaman en rebelión abierta contra las leyes... Nadie que posea visión podrá objetarme que diga que nos encontramos ante una crisis soberbia del sistema político español, esto es, del sistema democrático instaurado en 1978. De un lado, los nazis de todos los partidos al asalto del poder; del otro... ¡no hay nadie! ¿Dónde está el gobierno encargado de vigilar el cumplimiento de la legalidad? ¿Dónde los poderes legítimos del estado? Parece ser que están dialogando, lo que es otra forma de decir que se niegan a hacer. La inacción del gobierno, no obstante, es jaleada y justificada por la proliferación de enanos que creen idónea la ocasión para convertirse en señores absolutos o déspotas orientales investidos del poder de decidir qué leyes han de regir en cada momento; unos afirman que no es necesario hacer cumplir el artículo 155 de la constitución; otros (¡el ministro de justicia!) deciden que la ley de símbolos oficiales puede no ser obedecida porque la supone menos importante que otras normas. Los aspirantes a diosecillo encuentran que, por encima de la ley, se encuentra su santa voluntad, y se invisten del poder de elegir -en cada momento- qué leyes han de ser observadas y cuáles han de ver su aplicación suspendida. Estos tan "progres" señores -y tan preocupados por el fascismo de "la derecha"- parecen unánimes en confundir la ley con lo que ellos consideran adecuado; así, se manifiestan en íntimo y sospechoso acuerdo con la célebre fórmula acuñada por el nacionalsocialismo alemán durante los años treinta: la voluntad del Führer es ley.

El Gran Peligro no proviene de las mamarrachadas independentistas, sino del abandono por parte de los poderes públicos de su obligación de hacer cumplir las leyes legítimamente promulgadas. Esta es la verdadera amenaza, porque de la validez práctica del sistema jurídico depende esa libertad del ciudadano -que no es "libre por naturaleza", sino por ley- opuesta a la sumisión que caracteriza al súbdito. En el momento en que las leyes se convierten en papel mojado nos encontramos en el terreno de un totalitarismo probable, ya que quien posea fuerza suficiente la empleará sin límite alguno. La parodia cuasicómica de los personajes mediocres que se piensan dioses situados más allá de las leyes presagia la realización efectiva de una dominación que, de hecho, esté más allá y acabe con los restos del sistema legal encargado de proteger al individuo de las arbitrariedades del poder.

Cuando esos tozudos tiranuelos en ciernes, dotados de su concepto prerromano del derecho y su tosca intención partidista, imponen tal refinada concepción del estado; cuando trepan hasta las más importantes magistraturas y jefaturas y se comportan como pueriles activistas antisistema... En ese momento cabe advertir que la constitución de 1978 es, de facto, un trozo de papel despojado de todo efecto existencial, porque ellos hacen la ley "sobre la marcha" decidiendo a cada instante qué aplicar y qué no. Vano es recordar que una constitución no es una simple declaración de intenciones -tal y como nos quieren hacer creer- sino un cuerpo normativo que sólo existe de modo efectivo en tanto exige el cumplimiento íntegro de sus preceptos. Incluso, si es el caso, a través de la coacción y la violencia legítimas que para ello contempla. Lo contrario es mala retórica. Lo contrario es la pantomima o la farsa. Ejemplos más o menos recientes de imposturas de esta naturaleza presagian un futuro poco deseable o terrible, pero que no me atrevo a predecir. Que cada cual haga sus apuestas sobre cómo acabará esta constitución política que se muere. A mí se me ocurren dos casos que admiten cierto parecido:

  1. ¿Como la constitución de la República de Weimar, que siguió formalmente vigente durante los años de gobierno nacionalsocialista porque Hitler ni siquiera se preocupó de su derogación?
  2. ¿Como la constitución soviética promulgada por Stalin en 1936, que incluía una enumeración tan exhaustiva como inútil de los derechos individuales que el régimen nunca se procuró de hacer respetar?

6 comentarios:

  1. Del diccionario de la RAE:

    poder ejecutivo.
    1. m. El que tiene a su cargo gobernar el Estado y hacer observar las leyes.

    Desgloso:

    poder
    1. tr. Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo.

    ejecutivo
    2. adj. Que ejecuta o hace algo. Apl. a pers., u. t. c. s.

    ¿Tan mal estamos?

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  2. Borja permíteme que sea bastante más pesimista que tu.

    Tal como lo veo, la inacción del gobierno no es tal. Todo sigue un plan destinado a crear de facto un régimen nuevo. El ejemplo es y será Cataluña: la coalición de nacionalistas y socialistas (socialistas de un partido llamado PSC, independiente y distinto del PSOE) tiene como objetivo hacer desaparecer el Estado de Cataluña aún cuando eso no se concrete en forma de una separación legal (¿Que haría el PSOE sin esos millones de votos?)... este esquema trasladado a toda España, busca crear un nueva relación de fuerzas -en torno a esos mismos partidos- solo que esta vez con el fin no tanto de hacer desaparecer el Estado como de vaciar de contenido a la Constitución del 78.

    Todo esto, no me recuerda -como dices- ni a la URSS de Stalin ni a la Alemania de Hitler ya que a)la constitución soviética se dio desde y para una dictadura y b)me parece que por muy repugnante que sea ZP no se puede compara con esas dos dictaduras feroces -podríamos caer en la trampa de relativizar la tragedia humana que fueron ambas.

    A lo que si me recuerda es a nuestra Transición. Me explico. Dejando de lado los logros políticos de la Transición (en mi opinión grandísimos a pesar de las taras que seguimos arrastrando) el planteamiento del gobierno y sus aliados en "el proceso" me parece bastante parecido: esto es, que el mantenimiento o expansión de su hegemonía pasa primero por la destrucción del régimen que le sustenta (de la ley a la ley se decía entonces) y más tarde por la creación de uno nuevo. Para ello debe contar tanto con la la pasividad-aprobación de gran parte de la población y como la debilidad de la oposición. En mi opinión esas condiciones se cumplen y estamos en la primera fase.

    Hace unos días apareció en ABC una entrevista que realizaron a Suarez (uno de los artífices de la anterior transición)y que -a causa de que eran unas declaraciones demasiado pesimistas- fueron ocultadas hasta ahora en la que decía:

    "Y yo no opino, como muchos, que el pueblo español estaba pidiendo a gritos libertad. En absoluto. El ansia de libertad lo sentían sólo aquellas personas para las que su ausencia era como la falta de aire para respirar. Pero el pueblo español, en general, ya tenía unas cotas de libertad que consideraba más o menos aceptables... Se pusieron detrás de mí y se volcaron en el referéndum del 76, porque yo los alejaba del peligro de una confrontación a la muerte de Franco. No me apoyaban por ilusiones y anhelos de libertades, sino por miedo a esa confrontación; porque yo los apartaba de los cuernos de ese toro..."

    “El miedo a la confrontación” decían entonces... “la paz” dicen ahora

    ...y como siempre sigue faltando una sociedad civil organizada, fuerte y democrática que estructure y dé contenido a una limitación real del poder del Estado.

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  3. ¿Qué sucedería si se cambiara la ley electoral y se hiciera proporcional, sin modificación alguna para preservar la voz (pretensión romántica y, hoy, pervertida) de las minorías?

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  4. ASHEP para mi:

    PARTIDOS POLITICOS ILIMITADOS+CISCUNSCRIPCION PROVINCIAL+ LEY D´HONDT=DESTRUCCIÓN POLITICA DE ESPAÑA

    Tampoco estaría mal una segunda vuelta

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  5. Zapatero,que empezó su legislatura con la promesa de dialogo y talante nos trae como resultado de su gestión un momento, cundo menos, como señala Borja, inquietante.
    Los que llevamos diciendo tiempo que el radicalismo nacionalista no hay que tomarselo a broma, empezamos a ver cómo se hacen cada vez más consistentes nuestros miedos; yo llevo ya tiempo aguantando que se me tome por un exaltado y un exagerado... y la verdad, ohjalá hayan tenido razón los que han pensado de mí todo eso. Pero el caso es que las vueltas de tuerca son precisas y de circunferencia entera... y asistimos cada vez a una más.
    Os dejo aquí un artículo que Edurne Uriarte escribió la semana pasada en ABC; va en la línea de todo lo que escribe Borja, no tiene desperdicio:
    LA RUPTURA ANUNCIADA DE ESPAÑA

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  6. El comentario de D. Cogito es relevante en cuanto a la analogía histórica que establece, pero he de decir que yo no pretendía hacer tal, es decir, comparar la situación real de la España de hoy con la Alemania nazi o la Rusia soviética; lo único que he pretendido, quizás no tan hábilmente como quisiera, ha sido señalar una concepción de lo jurídico que emparenta entre sí no sólo a las ideologías totalitarias, sino tyambién a posturas que pueden propiciar el paso al totalitarismo; es decir, sólo quiero decir que cuando la ley deja de ser regidora de los asuntos p`´ublicos, lo que entonces prevalece es la voluntad, y en la voluntad sin limitación jurídica está la semilla del totalitarismo. El imperio de la voluntad sobre la ley hace del totalitarismo algo no necesario, pero sí más probable. Sólo quería decir eso, no comparar entre sí realidades empíricas distantes.
    La reforma de la ley electoral que plantea ASHEP (y que, creo, el nuevo partido UPD incluirá en su programa) es una necesidad de lisa justicia; el actual reparto de la representación electoral, bajo la mascarada de esa apelación a la "voz de las minorías", convierte a los partidos nacionalistas en señores y únicos representantes de regiones enteras, adueñándose de una identidad ficticia para expulsar a los disidentes de lo que consideran su feudo particular; la política se propone como un mercadeo planteado en torno a una transacción casi mafiosa: los nacionalistas permiten que exista un gobierno centrral más o menos estable, pero el precio es que éste se convierta en mera figura simbólica sin capacidad para intervenir en cada uno de los taifas nacionalistas. El "respeto a las minorías", por lo tanto, se convierte en la simple tiranía de elites políticas regionales sobre el grueso de la población.
    No me da tiempo a leer el artículo que cualga Edu, pero su cometario me recuerda tantas conversaciones en las que muchos le tomaban como un exaltado por acusar al nacionalismo; en este sentido, cuando estudiábamos BUP, recuerdo también cómo Ricky-D.Cogito volvía cada septiempbre más horrorizado de lo que veía en Mataró, la ciudad de su familia materna; por entonces, casi nadie era consciente de la turbamulta nazionalista, y yo tampoco. La verdad es que me parecían cosas lejanas y propias de otro país. En efecto lo eran.

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