Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

jueves, 29 de noviembre de 2007

La víctima

Una de las posiciones más codiciadas hoy en día es la de víctima. Quien se hace con la aureola del damnificado se considera amparado en todas sus exigencias por el simple gesto de señalar la cantidad de ofensas de las que ha sido objeto. El perjuicio cometido contra uno, de esta manera, parece justificar una revancha ilimitada. Hay víctimas de todas las clases y pretensiones, pero entre ellas destacan las que han sufrido daños ficticios: las dimensiones de su rabia contra el mundo parecen proporcionadas a lo fantástico e imaginario de la herida que muestran al resto de los hombres. Quien pretende conseguir algo, en vez de esgrimir argumentos y mostrar razones, rebusca en los bolsillos ancestrales para encontrar una injusticia que, por pasada o inventada que sea, haga válida cualquier reivindicación y convierta en innegable la deuda.

Añadiendo una variación más a tantas palabras aquí escritas, el caso de la lengua catalana es el de un claro aspirante al campeonato de víctimas. Una lengua arriconada -nos repiten- perseguida, maniatada, desterrada por sus verdugos particulares a los extrarradios de la historia. El relato de la persecución y el exterminio acrece cada día para sustentar la defensa de cualquier acción que se destine a la defensa caballeresca de la lengua-víctima. En medio de todo este ruido, surgiendo de entre la impostura de los sollozos y la compasión lastimera, se adivina una imagen certera de la mentira.

Construir un universo ficticio en el que la lengua catalana es oprimida por la imperialista y opresora Castilla, además de falsedad empírica, es la taimada estrategia de quien -pobrecito- pretende blindarse ante cualquier hecho o argumentación que muestre lo que de verdadero hay en las cosas. La estratagema no deja de ser curiosa. La compasión y la estupidez hacen el resto. Además de vernos salpicados por esas lágrimas falsarias y esos lamentos insoportables, aquí los verdugos nos vemos sujetos a las implicaciones y consecuencias políticas de esa pose: la aceptación de los daños ficticios justifican que el estado se involucre e intervenga en la defensa del desvalido. Bajo argumentación tan burda -pero tan efectiva- se ampara la acción totalitaria de la Generalidad, que en defensa del "débil" se cree investida de la potestad de menoscabar y arrinconar al "fuerte". Sólo en el seno de esta ficción patológica se entiende que en Cataluña ocurran cosas impensables en el resto de europa, como que a los comerciantes les obliguen a rotular sus establecimientos en catalán o a los niños se les vigile en los recreos para confirmar que no usan la lengua de los castellanos impuros.

En todo este asunto, por supuesto, lo que menos importa al nacionalista es la lengua catalana, así como menos aun los catalanes mismos. Lo peor que puede ocurrirle a una lengua es el convertirse en fetiche de los ideólogos; entonces se reseca, se agrieta, supura de gangrena y artificio.Si tuviera importancia para ellos, sería conveniente recordar a esos amantes de la lengua que ninguna ha florecido a través de tácticas tan vulgares. Agitar el catalán como si fuera un leproso digno de lástima, como si fuera un negrito de biafra esperando la acción salvadora del misionero, como si fuera una ancianita lánguida asaltada por un ladrón marrullero, sólo puede servir para anunciar su debilidad y decadencia naturales.
Lo mejor que puede hacer el catalán por su lengua es permitirle la vida natural de las lenguas, su desenvolvimiento en el mundo real en el que idiomas y hablantes conviven, compiten, aman y blasfeman; dejar, en fin, que conozca el mundo y se haga fuerte. De lo contrario la están condenando a la vida bella e ineficaz de las quimeras. O a la estéril búsqueda de la eternidad que Michael Jackson persigue en su burbuja.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Miniatura

Políticos empequeñecidos, vulgares, vanidosos como cáscaras. A menudo pienso que dedicarles tiempo y espacio no es más que vernos atrapados en sus estrategias de notoriedad. En correspondencia a su tamaño mínimo, sólo merecen miniaturas. Parece que todas las imbecilidades que dicen no tienen por objeto más que atraer nuestra atención, desatar nuestra furia, mantenernos ocupados en las futilidades que llaman "el presente". Lo que tomamos como producto de la debilidad mental o la mala fe quizás no sea más que el recurso que utilizan para ser objeto -aun despreciado- del intelecto (de otros). Un modo retorcido de participar de la inteligencia. Por eso balbucean sus insensateces, procuran el escándalo mostrándose en su zafiedad y su miseria; por eso se copian a sí mismos y ritualizan -inalterable- su espectáculo de mentecatez.; por eso cada uno se ata a su guión como la vela al viento. Su carrera depende de ocupar un día más el escenario de ese cabaret grotesco. Por eso el venerable Montilla -tras su gran hit idéntico de hace un par de semanas- se cita a sí mismo y repite su aria como un tenor envejecido: "La realidad de España y Cataluña es el desapego".

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Manual del perfecto Idiota Latinoaméricano

Cuelgo, en esta ocasión, fragmentos de una obra que me ha divertido estos últimos días. Es un texto que ya tiene unos años y analiza, en un tono ameno y divertido el fenómeno "progre" en Latinoamérica. Mendoza, Montaner y Vargas Llosa, no se dejan ni uno solo de los tópicos y anclajes del pensamiento revolucionario de izquierdas en el continente maya y, de paso, lo trituran.

Su crítica se hace desde una postura puramente liberal que considera que la creación de riqueza es una cosa que no puede recaer en manos del estado, sino únicamente sobre la iniciativa de la socidad civil, de ahí, la miseria de los países de américa del sur. Veréis que sus afiladas líneas no dejan títere con cabeza y llevan la crítica tanto al socialismo de Castro, como a los intentos de social-democracia latinoamericana. Seguramente habría mucho que decir en su contra, pero también muchas cosas que no podemos no subrayar. De esta obra cuelgo tres capítulos que me parecen especialmente interesantes, aunque la obra completa no tiene desperdicio; si queréis el texto completo, pedírmelo por mail o descargarlo directamente de Emule.

Reciéntemente, a penas hace cinco meses, han publicado una segunda parte de esta obra: "El Regreso del idiota". Se mueven aquí en las mismas tésis, pero aplicadas a la realidad que vivimos actualmente en la que, según ellos, después de una decepcionante década de los noventa, vuelven a resurgir "idiotas" en el continente: Chávez, Ortega, Evo Morales..." Me resulta más interesante esta última obra por su actualidad y también porque se pueden trazar paralelismos perversos entre lo que sucede allende los mares y nuestro territorio patrio; resulta revelador, por ejemplo, el papel que el los últimos años ha tomado el "indigenismo" en latinoamérica y sus estrategias de "imposición", no muy alejadas de nuestros variopintos, pero tambien, "indigenismos". De este texto, desgraciadamente no cuelgo nada, ya que no he encontrado una edición digital y estoy perezoso con el escaner. De todas formas, a esto último no me niego si hay petición popular...

martes, 6 de noviembre de 2007

Orden en el caos

Madrid, todas las mañanas, se sume en su caos y su ruido. A medida que el sol débil de noviembre ilumina dubitativo los resquicios del día naciente, el nuevo desorden irrumpe a través del grito de los motores, a través de la prisa que conmueve las calles o de los desperdicios repartidos por miles de vagones del metro. Todo empieza a funcionar como una máquina desajustada y torpe que rompe el sosiego de la noche. En el centro de la furia, rodeado de millares de coches, y de vendedores del cupón, y de funcionarios y mendigos, los muros del Jardín Botánico delimitan un espacio que -como única forma de supervivencia- se perpetra ante la ofensiva terrible de la realidad. Creyendo conservar el orden tras sus muros, el jardín no advierte que forma parte íntima del desconcierto que es la ciudad, donde todo convive en fantástica mezcolanza. Eso es la ciudad, el hábitat donde todo es posible; una infinita gradación que lleva de la miseria al esplendor, de la suciedad a la belleza, de la acción heroica a la desolación y el crimen; muchos tiempos y muchos lugares obligados a compartir un presente incierto.
A la hora del mediodía el sol ha adquirido fuerza y color y se filtra a través de las ramas despeinadas del Jardín; los paseos geométricos que lo cruzan, trazados con la fuerza y la constancia de un sueño, reflejan el claroscuro que los árboles vierten sobre el suelo. Las fuentes de piedra destellean por la caída comprensible de las hojas del otoño. Los plátanos, los castaños, los olmos se aparecen descoloridos por la cercanía del invierno y se rodean de los desperdicios de hojas y frutos que el verano dejó a su marcha. Los álamos muestran su imponente espalda flamígera. Todo se conjura para crear una realidad amable, bella y placentera, para inaugurar un reino alejado de lo urgente y lo deslabazado, pero también para advertir de su fragilidad.

Mientras, afuera, aumenta el murmullo hostigador del tráfico y se oyen voces y sonidos ininteligibles.