Yo, profesor de "Educación para la Ciudadanía" por la Gracia del Estado, expongo:
Que he intentado llevar mi condición de guardián de las esencias morales democráticas con modestia y fidelidad al cargo.
Que, en consecuencia, no he puesto más multas contra la "ética cívica" que las que mi conciencia y el sentido escrupuloso del deber me han exigido, y que sólo he usado de mis armas reglamentarias en los casos en los que había de hacer frente a flagrantes violaciones del diálogo fraternal de civilizaciones.
Que me he asegurado de que en los pasillos del centro reinase la más completa solidaridad, y también he informado convenientemente a mis superiores sobre conversaciones mantenidas en la sala de profesores en las que se ha faltado al más elemental sentido de igualdad y paridad entre l@s hombr@s.
Que los reductos de fascismo y mentalidad reaccionaria que sobreviven en el instituto han sido tratados por mi mano con severidad y rigor.
Que he tratado de "aspectos relacionados con las relaciones humanas, bien sean las interpersonales, las familiares o las sociales" desde una perspectiva progresista y contraria a las tradiciones homófobas, homocéntricas y eurocéntricas propias de nuestra prehistoria católica.
Si de algo puedo arrepentirme es de no haber sabido proporcionar aprendizajes significativos a mis alumn@s. Por lo demás, sólo puedo dar fe y asumir toda responsabilidad por la labor cumplida.
Soria, 18-VI-20009