El devenir temporal de los mitos les depara al nacer una posteridad impredecible, como si comprobáramos una vez más que todo lo que se mezcla con el tiempo está destinado a no obedecer a ningún plan o proyecto inteligible, y menos a alguno concebido deliberadamente por los hombres. El significado original de un mito, e incluso su contenido, a menudo es trastocado de tal modo por el correr del tiempo que, finalmente, se hace irreconocible o adquiere la dimensión de una parodia grotesca. Uno de los casos más llamativos es el del mito del artista, que ha sido modelado caprichosamente por la mano invisible del acaso y devaluado a la condición de ridículo patético. Es evidente que el mito del artista envuelve al arte, desde sus inicios románticos, en un cúmulo innumerable de malentendidos y falsedades; también lo es, no obstante, que lo que en Mozart o Schubert posee quizás el fondo necesario de verdad sobre el que descansa incluso la ficción mitológica, en los ejecutivos y representantes de la Sociedad Anónima del arte, la Sociedad de Autores, se ha convertido en franca mascarada y burla. Esta historia de decadencia del mito puede relatarse de modo aun más claro y sencillo: de Beethoven a Ramoncín.
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ResponderEliminarHaces mal en mofarte de “nuestros artistas”.
ResponderEliminarSu labor moral es impagable: sin ellos careceríamos de la conciencia del pecado cuando, inocentes nosotros, intercambiáramos información sin su correspondiente permiso y… ¿qué decir de los peligrosos manteros que, gracias a la SGAE, han encontrado su justo castigo y ahora penan en la trena sus atroces fechorías?
Pero ahora, con una de ellos al frente del Ministerio de Cultura, pueden redondear la faena conducir hacia la perfección moral a esta corrupta sociedad. Será doloroso, pero es preciso.
Saludos.
La Sociedad de Autores, afortunadamente, tiene que ver poco con el arte y los artistas. Básicamente es una organización mafiosa empeñada en hacer caja con cualquier cosa susceptible de ser mercantilizada. lamentablemente el arte es uno de esos acontecimientos que, debido a su dificil delimitación, puede venir cualquier cantamañanas a recordarno que eso que "disfrutamos" es arte y si realmente amamos el arte debemos contribuir con su mantenimiento. Que no nos sorprenda que en breve empiecen a intentar cobrarnos acciones tan cotidianas como pararnos a contemplar el pórtico de la iglesia gótica de nuestro pueblo o que declaren a Benidorm un icono del arte cutre-pop de los setenta añaniéndonos un "pequeño" impuesto a las copas en Penélope. La SGAE apesta, eso lo sabe todo el mundo. El problema no son ellos, ávidos buscavidas, sino nuestro gobierno, empeñado en "regular la cultura" de una forma económicamente beneficiosa para unos pocos y políticamente rentable para muchos más. Lo de la ministra, como ha señalado Oscar, huele que apesta... aunque ya veremos si se atreve con Internet (desde luego si se atreve, que Zapatero vaya reservando sitio en la cola del paro).
ResponderEliminarLo de "de Beethoven a Ramoncín" me parece correr mucho, aunque supongo que sólo es un recurso irónico máximo. Entre nuestros contemporáneos hay "mussso arte", pero no es precísamente Ramoncín un caso; a modo de ejemplo: La cadena de racio inglesa "Clasic FM" hace todos los años una votación entre sus oyentes sobre las cien oblas musicales más populares de la historia y en el resultado del pasado año Beethoven o Mozart no están entre los tres primeros puestos, lugares ocupados por músicos contemoporáneos (ninguno de ellos es Ramoncín, claro).
PD: Os dejo el enlace ya que en los últimos meses se ha convertido en una página de mis favoritas ya que permite escuchar las piezas con bastante calidad: http://www.epdlp.com/topclasica.php
Tienes razón, Óscar: gracias a la socieda protectora del artista la moralidad de los asuntos humanos está salvaguardada.... NO digo más porque su derecho a la propiedad intelectual me hace temer que, al utilizar ideas que no son mías, me cobren el canon.
ResponderEliminarEdu: evidentemente, la introducción de Ramoncín era un recurso malintencionado y, seguramente, torticero.. Sabes que tengo en más estima a muchos músicos actuales, pero en esta entrada sólo quiero referirme, precisamente, a los que, incapaces de hacer esa cosa tan extraordinaria que llamamos "arte", se sdornan con el título de "artistas" para arrogarse el derecho de que los demás les mantengamos en su esterilidad y su vileza moral. Incapaces de vender obra alguna, o de ganarse el sustento que los músicos reales obtienen de conciertos, bolos en orquestas o grabaciones, estos se han convertido en unos verdaderos artistas: del fraude, la estafa y el asalto legal a mano armada.
Sabía que ibas por ahí. Yo no soporto a Ramoncin... ayer le ví de jurado en Operación Triunfo, un programa esperpéntico, ahora mucho más con su presencia. Lo de los "artistas" en España no tiene nombre; casi que podríamos definir al una artista como lo que está en las antípodas de un artista. Nuestros "artistas" piensan que esto del arte consiste en gestos repetidos y pautados "¡no a la guerra!" y poco más.
ResponderEliminarEdu: es interesante la página que comentas, aunque creo que responde en cierta manera más a la opinión cambiante de una encuesta que pretende medir el gusto que a un juicio referido al objeto mismo que se enjuicia: la música misma; es cierto que aquí no hay posibilidad de un cálculo lógico, pero también lo es que los criterios meramente subjetivos de gusto son demasiado gruesos en la lista que presentas. Es llamativo, sin entrar en otras consideraciones, que sean precisamente compositores ingleses los encumbrados en ese cajón de la fama (Vaughan Williams en el primer y tercer puesto, así como Elgar también muy presente en los primeros puestos). Parece que aquí el criterio, más que la obra, está determinado por inclinación nacionalista, ¿no?Purcell, sin embargo, que seguramente sea el mejor compositor inglés (aunque más viejo y, quizás, menos conocido), no aparece en esos primeros títulos. No sé si está más abajo, pero escuchad "Lamento de Ariadna" y llorad amargamente.
ResponderEliminarPor otra parte, tampoco es así que la lista esté repleta de músicos "contemporáneos": en realidad es una selección muy conservadora en ese sentido; los músicos elegidos del siglo XX (Rachmaninov, Vaughan Williams, Elgar....) son precisamente los que dieron la espalda a la nueva forma de hacer música -forma completamente entregada a la labor de hacer algo nuevo separado de la tradición a la que aquéllos siguieron prestando fidelidad- que nació con Schoenberg, con Bartok, con Stravinsky, o, en otro respecto no menos arriesgado, con la inclusión dentro de la venerable tradición musicasl europea de la música negra y el resultado sorprendente de ese maridaje: el jazz. Los compositores del siglo XX de la lista siguieron estrictamente apegados a los criterios estéticos del posrromanticismo (lo que no quiere decir, ojo, que no sean por ello perfectamente valiosos).
ResponderEliminarEn este sentido, la lista es muy poco arriesgada, muy teñida de un clasicismo evidente, y da la espalda a las innovaciones armónicas arriesgadas, al tumulto y complejidad de los nuevos patrones rítmicos... Todo esto, para el gusto, no deja de ser "ruido y cacofonía", y, seguramente por eso, está tan llamativa,mente excluido. Ni siquiera he visto a Ravel, que dentro de la exploración impresionista de nuevos acordes repletos de tensiones, se escucha con comodidad. Al gusto es más amable el viejo acorde "perfecto" (el acorde mayor o menor de toda la vida) que un acorde desplegado en novenas, en trecenas (término feo, pero así lo dicen) y otras notas incluso consideradas clásicamente como disonancias.
Si está, escuchad el segundo movimiento del concierto para piano en sol mayor de Ravel (o, mejor, todo entero), y volved a llorar amargamente
Perdón: Me he confundido, el aria de Purcell es algo así como "El lamento (o la muerte) de Dido", de su ópera "Dido y Eneas". Lo he confundido con "El lamento de Ariadna", que, si no recuerdo mal, es del "Orfeo" de Monteverdi.
ResponderEliminarBuena corrección, pero a buenas horas... llevaba un buen rato dando vueltas por internet buscando algo parecido a tu sugerencia y sólo encontraba a MOnteverdi...
ResponderEliminarEn esto de la música clásica me muevo como un pato en una boda.
ResponderEliminarHe comprado esta mañana, por recomendación de un compañero, un disco de Glenn Gould. Buscaba variaciones de Goldberg, pero ya no estaba, así que compré unas sonatas de Beethoven. La cuestión es que he buscado en youtube las variaciones y me han gustado mucho. Pero yo no entiendo na. ¿qué os parecen? ¿es tan bueno como me parece a mi?
Saludos
Oscar me habían dicho que alguien estaba comprando discos, de esos que venden en las tiendas, pero no sabía que eras tu...
ResponderEliminarCurioso personaje Glenn Gould. SU interpretación es impresionante, y demuestra cuán lejos está la música del pasado de ser sólo cosa del pasado; tiene dos versiones de las "variaciones Goldberg", las dos prodigiosas y tan diferentes entre sí como cosas distintas. La primera la grabó al inicio de su carrera, la segunda poco antes de morir. Demuestra que la música no está ya creada de una vez, sino que consiste en una constante recreación en el que se actualiza de formas bien distintas.
ResponderEliminarEugenio Trías dice que esa recreación de lo mismo, siempre igual y a la vez siempre diferente, es lo que llamamos Estilo.
ResponderEliminarAbsolutamente de acuerdo con Borja.
ResponderEliminarTambién tengo las dos versiones.
Es lo que llamamos Estilo.
Si.
Vuelvo a darle para atrás. Un segundo y se me ha revuelto el estomago.
La segunda vez, lo noto palpitante, pienso en mi, sigue la variación.
Te quedas o la sigues. Es tu elección.
Que cambio de ritmo.
Y ahora! que poesía reclamo.. desarmado
El tercero.
Sebastian.
Comenzando el cuarto me concilio con el autor, te reconozco, maestro, espejo, yo.
Tantos años.
Infancia la tuve.
El quinto me dice,"dejamela"
Y cambio, sígueme,......... voy, te creo.
Ese vértigo de tocar el piano es solo eso vértigo.
Me das un respiro, te lo das, la sexta.
Volvemos atrás, no puedo, no alcanzo, no respiro.
Intentaba recordar.
Dame un respiro. La séptima.
Antes me cogiste de la mano y me empapaste de la paciencia de Virgilio.
Dimos un brinco a la octava, tierra, arena, cubo de agua…….
En la novena a dormir, era muy pequeño y te presentía Sebastian,
No me dejaste dormir, me recordaste las bolas que había perdido
Décima. Empezaste a enseñarme que la música es broma.
Undécima,
Los piratas no escuchan música Sebastian.
Si, pero los piratas cuentan cuentos de náufragos de cuyos haberes y almas se apropian.
Duodécima. Quiero despertar. sí el barco era mi cama..........
Decimotercia. Yo conducía galeotes, rescataba princesas, a la última me la encontré vestida de virgen en una semana santa.
Catorceava. Sebastian se ha hecho mayor, su música es distinta, la princesa se casó con un corregidor en Sevilla.
14BIs. Sebastian
Toca, compone para que soñemos y el fue un niño.
Decimoquinta. Esto el niño no lo entendió, demasiado rápido, deprisa
Decimosexta. Sebastian me dejo aterrizar, jugaba conmigo como el tiempo que apretaba bajo su puño. Majestad, tránsito, recuerdo flores y luces nuevas. Un tren, 17 años y la queda incertidumbre de una mirada que se aleja más y más de una ventana.
Decimoséptima. Madrid, Sebastian me regala un chotis, se ha enfadado, dice que no. Perdona maestro.
Decimoctava. Mis manos te aprietan, tu huyes, yo huyo, todos corremos...
Decimonona. nos vamos a la piscina del Barrio del Pilar, encojemos tripa, buscamos amores futuros. Esparzo deseos de hoy……..
Vigésima. Sebastian me puebla la música de voces y decires. Sabe que le necesito.
Vigésimoprima. Corre conejo, te persiguen, quienes son, gírate, míralos, los conoces..
Vigesimosegunda. Sebastian me suelta, ahora te toca a ti, te dejo la flor de mi desgarro. Donde?, en un bolsillo, hombre,
vale,
pero toca.
Vigesimotercia.. Recuerdas nuestra primera adicción.
Vigesimocuarta.. Era algo así…...tu lección….., iba a decir…. vida maestro, pero es belleza.
Vigesimoquinta. La mili no la hice, pero Mateo, San Juan y el Oratorio ya los habIa jurado.
Vigesimosesta. En el peor momento me dejas tiempo para pensar, para pensarla, para volver una a una, una a una y tiempo.
Sebastian me abrazo… me hizo revisar Mateo, me entretuvo con sus cuerdas, sus vientos, sus vientos, mis vientos, el viento.
Ojos que ojean lágrimas secas
Ojos pétreos, lágrimas huecas
Ojos en lágrimas de llanto
Ojos que columpian una lágrima.
Vigesimoséptima: Sebastian, acabo de llegar y ya bailamos, que nuevos sones, que nuevas medias, que nuevos ojos.
Vigesimoctavo. Tengo sueño de telarañas muertas que bajo tu soplido libera sus presas.
Vigesimonona. Era ayer, era ayer, debió de ser ayer que la misma campana empezó a abrir pestes y virus contumaces.
Trigésima. Algunos aleteaban, ofertaban pequeños gestos con pequeños pelos, Sebastian tiraba de ellos.
Trigesimoprima.” Creo en dios, escribí para Él”. Maestro nunca me engañaste. No pase del papel en blanco y sus designios en blanco. Aquí, al final, Sebastian, si os dais cuenta baja la cabeza……….. pero cuidado….. no es un genio… en un ser inteligente que ama a sus semejantes……….
Trigesimasegunda. Lo siento Maestro te falle. Entiendo tu arte que no genio. No pudiste serlo por la gracia de Dios, de tu Dios que se hizo Fraternal a través de tus cantatas, y en Paris que las cantaban. La letanía, la emoción del final que recojo nota a nota me acercan a Juan Sebastian hasta que el dice, muero.
Yo sigo escuchándote, si es por mi sigue haciendo lo que has hecho como nadie
Entiendo a la SGAE, simplemente, que este mundo no es el de antes. Ni lo fue..
Perdonar el texto, he intentado escribir siguiendo la segunda versión de Gould al paso, luego he tenido que corregir e inventar lo que no entendia, no pretendo decir nada.
Es un homenaje a Bach al que escucho desde niño, compartirlo con mis amigos, nada más.
Os regalo una gran imagen de mi hermano Darfo. Gratis:
Semana Santa:
Los cielos se descuelgan
Sobre la playa.
Lavo en la orilla
La ropa de trabajo
Que no recuerdo
Haberme quietado.
Vaya, ¿qué es de Darfo? ¡El gran Darfo...!
ResponderEliminarHas llegado a la trigésimo no sé cuántas, Alfredo, pero ese recuento es potencialmente infinito. Al final, supongo, te has cansado; uno se cansa de todo lo infinito.