Aparte de campo y de pinos, la pequeña ciudad vieja, y algún que otro pueblo minúsculo, en Soria también hay arte, y arte de verdad. Mi amigo Javier Arribas es una buena muestra de ello. Cualquiera diría que, cada vez que pinta algo, se la juega: tal es el arrojo que pone en los trazos con que apresa fragmentos de eso indecible que el arte quiere decir y, a veces, llega al menos a mostrar. Como la seriedad con la que el niño de Nietzsche se entrega al juego. Os traigo aquí alguna de sus imagenes del proyecto integrado en el colectivo "Latidos del olvido", cuya última expresión ha sido restituir a las sombras como propietarias de una industria cárnica abandonada. O mejor llamémoslo por su nombre: un matadero.
Un domingo cualquiera de primavera, de esa primavera soriana que te hiela los huesos, fuí con Javi y otros amigos a visitar la fábrica y las pinturas que había repartido por las paredes. Lo que encontré fue tremendamente asombroso y concreto. En medio de la solemnidad del abandono, al silencio de los tabiques y los azulejos opacos se adherían las pinturas, las figuras lanzadas con violencia sobre las paredes y recogidas en sus límites precisos. Una inmensa sombra negra, ocupando un ángulo inevitable de una especie de sala de despiece, se me antojó el coloso de Goya emergiendo de su batalla. La experiencia, verdaderamente, sacudiría a cualquiera, y Javi me propuso escribir algo para un libro que pensaban editar con todo lo que él y sus compañeros habían reunido en ese espacio enigmático. Esto que aquí os dejo es lo que escribí, y también los enlaces para poder acceder al libro en cuestión y a todo lo que han reunido en su página web:
http://www.javierarribas.com/
http://www.latidosdelolvido.com/
Publicación "CARNE: MATERIA PRIMA"
El arte puede servir a propósitos variados. Puede aspirar a construir refugios y defensas contra una realidad a menudo amenazante, a ensamblar un cielo protector en el que sea posible olvidarse de lo oscuro. Tenemos así un arte tranquilizador, como un medio amable y suave en el que abandonarnos a la ensoñación o la ternura. Sí, la realidad es siempre excesiva. Pero, tarde o temprano, el arte tiene que empeñarse en lo indecible, es decir, en la tentativa de mirar realmente cómo aparecen las cosas ante nosotros, cómo se reúnen en constelaciones que comúnmente evitamos atender, y cómo cada una de ellas desafía realmente nuestra capacidad de soportar. En este sentido, el arte no construye paraísos artificiales, sino que más bien es capaz de arruinarlos para arrojarnos la oportunidad de mantener la mirada ante lo que siempre esta ahí, ante el mundo en su materialidad escandalosa, ante nuestra vida siempre frágil en él, nuestra vida siempre inferior a la que las teorías filosóficas, las promesas políticas o las películas de Hollywood a menudo quieren darnos. La vida del más mundano de todos los seres –porque eso somos al fin y al cabo- ambiciona en el arte más mundo. La aportación del proyecto coral “latidos del olvido” ha de entenderse de esta manera, como una plasmación de la ambición por sumergirse en lo real, aunque sea a veces insoportable; una intervención que, lejos de debilitar la presencia del mundo, nos ofrece la experiencia del arte como una intensificación de la realidad, tal y como gustaba de decir Nietzsche.
http://www.javierarribas.com/
http://www.latidosdelolvido.com/
Publicación "CARNE: MATERIA PRIMA"
Arte y fábrica.
El arte puede servir a propósitos variados. Puede aspirar a construir refugios y defensas contra una realidad a menudo amenazante, a ensamblar un cielo protector en el que sea posible olvidarse de lo oscuro. Tenemos así un arte tranquilizador, como un medio amable y suave en el que abandonarnos a la ensoñación o la ternura. Sí, la realidad es siempre excesiva. Pero, tarde o temprano, el arte tiene que empeñarse en lo indecible, es decir, en la tentativa de mirar realmente cómo aparecen las cosas ante nosotros, cómo se reúnen en constelaciones que comúnmente evitamos atender, y cómo cada una de ellas desafía realmente nuestra capacidad de soportar. En este sentido, el arte no construye paraísos artificiales, sino que más bien es capaz de arruinarlos para arrojarnos la oportunidad de mantener la mirada ante lo que siempre esta ahí, ante el mundo en su materialidad escandalosa, ante nuestra vida siempre frágil en él, nuestra vida siempre inferior a la que las teorías filosóficas, las promesas políticas o las películas de Hollywood a menudo quieren darnos. La vida del más mundano de todos los seres –porque eso somos al fin y al cabo- ambiciona en el arte más mundo. La aportación del proyecto coral “latidos del olvido” ha de entenderse de esta manera, como una plasmación de la ambición por sumergirse en lo real, aunque sea a veces insoportable; una intervención que, lejos de debilitar la presencia del mundo, nos ofrece la experiencia del arte como una intensificación de la realidad, tal y como gustaba de decir Nietzsche.
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