Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

martes, 23 de septiembre de 2008

Repitiendo argumentos. Educación para la ciudadanía.

Hace algunos años, fui testigo de un espectáculo que he contado muchas veces y que lo repetiré aquí, una vez más. Uno de los estudiantes del instituto en el que trabajaba, un magrebí de no mucho más de quince años, arrojó a su hermana gemela por las escaleras del centro, y tras recorrer cada uno de los peldaños, golpeándose en todos ellos, le propinó una brutal paliza. Un acontecimiento de este calibre ya, de por sí, es algo traumático para el desarrollo normal de la vida de cualquier centro, pero en este caso la conmoción era mayor debido al parentesco entre los dos protagonistas y a la especial relación de cercanía y cariño que la chica apalizada tenía con muchos de los profesores, después de unos cuantos años en el centro.

La dirección, dispuesta a atajar la situación, se reunió con los padres para explicar el hecho y adoptar las medidas oportunas. Sin embargo, los padres, para sorpresa de todos los profesores del centro, justificaron la conducta del hijo y señalaron que habían castigado a su hermana gemela que, seguramente había recibido algún golpe más por parte de su progenitores. Explicaron que el "buen hijo" no había hecho sino lo que ellos le habían enseñado, era, por tanto, un hijo obediente y respetuoso de sus padres; sin embargo ella, la perversa niña, se había comportado de forma indigna al mantener relaciones amistosas que ellos expresamente habían prohibido, con uno de los jóvenes del centro, un español.

La dirección del centro, ante la vehemencia del padre, comprendió que el joven agresor, como señalaba el padre, no había hecho sino seguir las instrucciones familiares y que, por tanto, el centro tampoco podía hacer recaer todo el peso disciplinario que habría sido aconsejado en otras circunstancias. La culpa del lamentable suceso era, sin duda, de la familia, y el instituto no contaba con autoridad para sancionar una mala educación familiar. El niño cumplió tres días de expulsión en su casa y tras ese periodo volvió al aula. Quince días después acudió de nuevo su hermana, aún con magulladuras, los dos ojos morados y restos de un labio partido. En mi clase de ética volvieron a sentarse juntos.

Esta mañana, en el aula de de segundo de la E.S.O de "educación para la ciudadanía", mitad en castellano, mitad en valenciano y mitad en inglés, me he fijado en una pareja de hermanos, también magrebies y me han recordado a los de la historia. El tema venía a cuento porque estaba hablando de la dignidad y de los derechos humanos como fundamentación de la constitución española. Hemos comentado el derecho que tenemos todos los ciudadanos a que no nos agredan y nos maltraten, ni siquiera por parte de la autoridad o de nuestros padres. Mohamed, el varón de la pareja, desconocía que los padres no tengan derecho a pegar a sus hijos y desconocía que eso es un delito.

Educación para la ciudadanía es necesaria; aunque no sé si lo es el hecho de que seamos los filósofos los que impartamos la materia. Seguramente el fastidio de tener que enfrentarnos a estas cuestiones, provenga de nuestro rechazo a vérnoslas con lo obvio, con lo que para nosotros, herederos indiscutibles de Voltaire y Kant, casi nuestra seña genética de identidad genética, es pan nuestro de cada día y con la expresa la renuncia al platónico mundo de las esencias puras. Nuestro padre Platón ya advirtió sobre el peligro de que los filósofos no quieran mancharse las manos y bajar a la caverna.

El caso es que alguien tiene que informar (porque dudo que una hora a la semana valga mucho más que para eso) a los futuros ciudadanos de lo que es preferible y admisible en una sociedad democrática; por ejemplo, que no es admisible que un padre crea que tiene derecho e maltrato respecto de sus hijos.

Las comparaciones con otras épocas, las menciones a la "formación del espíritu nacional", al derecho de los padres a la educación de los valores están de más. Si por formación del espíritu nacional entendemos la pretensión de esta asignatura de que los futuros ciudadanos conozcan (y en la medida de lo posible) acepten los valores democráticos de la constitución y de los derechos humanos, bienvenida sea una formación de esta guisa. No hay que olvidar que el estado franquista se fundamentaba sobre una imposición violenta, mientras que la democracia española se sustenta en un texto admitido de forma democrática por una amplia mayoría de españoles. La distinción no es baladí: en el primer caso es fruto de la violencia y en el segundo del diálogo. Y en segundo lugar, si tenemos que respetar todas las formas de educación en valores de cualquier familia, entonces no nos sintamos escandalizados cuando un adolescente agrede brutalmente a su hermana por haber coqueteado con otro chico. Yo me niego.

18 comentarios:

  1. No estoy de acuerdo contigo, Edu, como ya se ha puesto en evidencia en discusiones anteriores. Aquí hay problemas diversos que creo es preciso distinguir, aunque no tenga ahora tiempo. Hay, por un lado, un problema de naturaleza penal y jurídica, mientras por otro lado está el problema moral. Ya he repetido muchas veces que el ámbito en que el estado posee legitimidad para intervenir, en este caso, es el penal, pero es muy peligroso otorgar al poder político la potestad de legislar en materia moral confundiendo la ley positiva con la materia de reflexión moral. Lo vergonzoso es que alguien dé una paliza a una niña y la pena sea una ridícula expulsión del instituto por tres días, sin tener que enfrentar respopnsabilidades penales ulteriores. Claro, como es menor es automáticamente consignado como un ser inocente al que no se puede castigar por carecer de responsabilidad. En lugar de la aplicación de la ley podemos reformar toda la educación para sustituir en ella las materias que buscan y ofrecen conocimiento por discursos edificantes, pero eso no variará en casi nada el comportamiento -que generalmente no se construye en torno a discursos meramente cognitivos sino, como tú mismo has defendido, más bien en torno a modelos que bien pueden ser de carácter mítico.
    La conversión de la escuela en una parroquia no incidirá en el comportamiento, porque el comportamiento no se construye en base a discursos, sino en relación a modelos. Nos hartaremos de dedcir a los niños lo que está bien y lo que está mal, pero, al despojarles de la oportunidad de alcanzar conocimientos proporcionándoles en la mayor parte de su tiempo escolar consejas y preceptos morales, les cancelaremos la posibilidad de desarrollo de su propia reflexión ética.

    Creo que la escuela de la experiencia histórica es sabia, y nos puede dar cuenta de cómo los discursos edificantes son en general tan pedantes como inútiles, porque la vida suele ir por otro lado. Claro, a no ser que pongas al ejército detrás, que es el gran aprendizaje de los regímenes comunistas. Durante siglos se enseñ´ço a los niños que la masturbación era "mala", pecaminosa y demás, pero nunca eso influyó sobre el comportamiento. Los niños de todos los tiempos siguieron haciéndolo, y sólo afectó quizás a la extensión de la peste de la mala conciencia.

    ResponderEliminar
  2. NO PUEDO DARTE LA RAZÓN EN ESTO, BORJA. Es verdad que el ámbito en el que el estado debería hacer incapié es en el penal, en eso estoy de acuerdo, pero precisamente por eso considero absolutamente necesaria una enseñanza de la ley. Lo que he señalado muchas veces es que el estado debe procurar que todos los ciudadanos se enteren de qué es lo que va a ser preferible para un miembro de la sociedad.
    Lo que dices acerca de que señalar a los niños lo que está bien y lo que está mal está del todo alejado del modo en cómo aprendemos los seres humanos. Es más, la única posibilidad que tenemos de alcanzar una moralidad basada en el raciocinio procede precisamente de haber accedido a normas morales bien definidas y específicas. Esto espero que no me lo discutas. Entiendo que loq ue sí puedes discutir es el hecho de que tales normas sean administradas por parte de las familias o por parte del estado; en ninguno de los dos casos se cancela la posibilidad de una autonomía moral.
    Además, aunque no existiera esta asignatura no puedes defender en serio que la escuela no sirva como un instrumento de educación moral. No ha sido nunca así y no puede ser de otra forma. Entiendo que una postura más coherente con lo que defiendes, si no lo entiendo mal, nos llevaría a la anulación de la escuela. Puedes si quieres trazar el simil con la parroquia, como señalas, pero me parece capciosa la comparación. Ambas coinciden en su función educadora, si, pero mientras que en la parroquia la moralidad que se trata de hacer asimilable por los estudiantes procede de un sistema acrítico y administrado por una casta de iluminados (La Iglesia), en el casod e la escuela democrática estamos hablando de una moralidad que procede de los rpesupuestos contrarios, es decir, que es hija de la ilustración.
    Creo además, que haces una caricatura de la función educativa de la escuela. Ni en EpC, ni en ninguna otra materia se trata de hacer discursos edificantes acerca del bien y del mal; de verdad que no creo que sea ese el planteamiento. La escuela va mucho más allá de meras charletas del profesor de ética o de Ciudadanía. Si fuera eso, no entendería tu preocupación ya que tales "cahrlas edificantes" no serían más que papel mojado en el proceso educativo de los futuros ciudadanos, cargando el peso sobre la educación familiar.
    Afortunadamente eso no es así. El papel de la familia es importante, si, pero no lo es menos la escuela (en ninguna sociedad noi en ningun momento de la historia, ya que hablas de aprender de la historia). De hecho, Borja, muchos autores como Piaget, Kohlberg, Vigotsky y sobre todo el interesantísimo Rogoff, han puesto de manifiesto el hecho de que, en el desarrollo moral de las personas, resulta mucho más relevante la interacción entre iguales que las relaciones tutorizadas padre-hijo o profesor-alumno. Si aceptamos esto, y es algo dificil de no aceptar, tendremos que aceptar que el papel de la escuela, como el sitio en el que se da de manera reglada y adeministrada la interacción entre iguales, es fundamental. Y precisamente por eso, las charlas edificantes no sirven para nada, pero sí que sirven buenas dinámicas de aula en las que los alumnos puedan enfrentarse, entre ellos, pero guiados por un "experto" a la reflexión acerca de , por ejemplo, valores morales.
    Las comparaciones que trazas están mal elegidas, desde mi punto de vista; convendrás conmigo que criminalizar la masturbación no puede más que llevar a una neurosis en el peor de los casos o al desarrollo de poderosos sentimientos de culpa, en los mejores, debido a que la masturbación es un hecho del todo natural. Sin embargo, no creo que estés dispuesto a defender que también es un hecho natural el racismo o el machismo. Si defiendes esto, entonces está claro que hablamos desde atalayas demasiado alejadas.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, Edu, son demasiadas cosas, así que no creo poder replicar a todas. Dejo de lado, porque supongo sólo es cuestión retórica, la imputación de ser "racista" o "machista".
    EN primer lugar, yo no he atendido al contenido de la moral expuesta en la asignatura: para el caso me da igual que sea una moral "verdadera" o "falsa", el problema es que sea una moral oficial y destierre así el papel de la reflexión moral en favor de UNA moral determinada. Políticamente supone la anulación de una distinción fundamental entre lo privado y lo público y, por lo tanto, la atribución al estado de un poder que amenaza con convertirse en peligroso para el aseguramiento de la libertad individual.
    EL estado ha de proporcionar la enseñanza del conocimiento necesario para que cada cual pueda decidir lo preferible, pero me parece muestra de paternalismo autoritario el dar al poder político la potestad de obligar, como dices, a que "todos los ciudadanos se enteren de qué es lo que va a ser preferible para un miembro de la sociedad". QUieran o no.


    Yo no defiendo la necesidad de extirpar lo moral, sino lo peligroso de aceptar como verdadera una moral que, por el hecho de pensarse verdadera, sea de imposición obligatoria. No entro en que esa moral que quiere imponerse sea o no correcta -hay cosas con las que puedo estar de acuerdo, aunque otras sean manifiestamente ridículas- sino en su carácter impuesto. En este sentido, creo que los contenidos morales -porque sí creo que existan verdades morales, aunque no hayan de ser objeto de obligatoriedad- han de estar presentes, como dicen ahora, de modo transversal, atendiendo a la pluralidad de profesores y perspectivas; lo peligroso en el ámbito moral es la organización, es decir: que el estado planifique cuál es la moral correcta y usurpe así la oportunidad de enfrentar perspectivas distintas. Lo que se pierde con una moral obligatoria es la oportunidad de formar una auténtica conciencia moral, que sólo puede darse a través de la reflexión y la crítica, pero no de la aceptación prescriptiva. Esas normas definidas de las que hablas, esa claridad moral que requieres, sólo puede ser producto dialéctico de la ciscusión y lampolémica; de la ecptación sólo se consiguen normas confusas y mentirosas. La aceptación sólo conduce a reforzar la "minoría de edad", no a apuntar a la "mayoría de edad". Yo no defiendo que la escuela no forme moralmente, lo que sí hago es defender que la auténtica formación moral consiste en la confrontación polémica, no en la asunción de dogmas. Además, me opongo a este engendro porque estyá formado de dogmas, como es fácil ver en la ley misma.

    Si no te gusta el ejemplo de la masturbación, elige cualquier otro de la moral cristiana de parroquia: condena de la riqueza, exiegencia de leyes suntuarias, clamor de amor universal y caridad... vamos, lo mismo que tienes en los libros de ciudadanía. Un saludo (continuará)

    ResponderEliminar
  4. Bueno, para no enrrollarme, procuraré colgar en los próximos días un artículo que me publicaron en un periódico de aquí. Así no me repetiré más. Por ahora sólo transcribo un pequeño texto de Locke con el que el otro día me encontré al revisar su "Carta sobre la Tolerancia", seguramente uno de los textos fundamentales para comprender el debate aquí planteado:

    " (...) pero las leyes no protegen la verdad de las opiniones, sino la seguridad e integridad de los bienes de todos los ciudadanos y de la sociedad en su conjunto. Así debe ser. La verdad saldría airosa si, por una vez, la dejaran defenderse a sí misma. Pocas veces ha recibido, y temo que nunca recibirá, mucha ayuda del poder de los grandes hombres, quienes raramente la conocen, y a quienes más raramente agrada. Ella no tiene necesidad de la fuerza para encontrar el camino del espíritu humano, ni se la enseña por la voz de las leyes. Los errores
    reinan con refuerzos extraños y postizos. La verdad, si no conquista la inteligencia con su propia luz, no puede hacerla con la ayuda de una fuerza extraña".

    ResponderEliminar
  5. No pretendía acusarte de racista, Borja, ni mucho menos.Unicamente señalar la necesidad de que alguien llegue a la conclusión, dentro de una sociedad democrática, de que ser racista, por esjemplo, sea un buen modo de ser.
    Creo que la raíz de nuestra disensión está en la afirmación que haces: "el problema es que sea una moral oficial y destierre así el papel de la reflexión moral en favor de UNA moral determinada.Políticamente supone la anulación de una distinción fundamental entre lo privado y lo público y, por lo tanto, la atribución al estado de un poder que amenaza con convertirse en peligroso para el aseguramiento de la libertad individual."
    Sigo creyendo que en esto te equivocas. Precisamente esa moral que señalas que se pretende iponer como obligatoria consiste precísamente en la defensa de la reflexión individual y el respeto por los más diversos valores. Cuando defiendes que EpC debería desaparecer en aras de esto mismo, entiendo que lo único que haces es señalar un camino erróneo para el mismo objetivo. Al fin y al cabo también pretendes hacer obligatoria una moral, una moral que consista en determinado odo de ser, com digo, la reflexión individual, el espíritu crítico, el respeto de las opiniones, el valor del diálogo... que sea conveniente o no para llegar ahí una asignatura como EpC, es sólo una discusión metodológica (que creo contestar en mi anterior entrada).
    Esto que digo queda del todo patente cuando afirmas que "EL estado ha de proporcionar la enseñanza del conocimiento necesario para que cada cual pueda decidir lo preferible". ¿Crees en serio que es posible proporcionar un conocimiento que no vaya ya cargado hasta las trancas de "preferibilidades"?... el estado debe proporcinar un conocimiento, si, que trate de asegurarse que los ciudadanos PREFIERAN respetar a otros ciudadanos, PREFIERAN el diálogo como forma de solucionar conflictos, PREFIERAN el pensamiento crítico... pero "proporcionar un conocimiento para que los ciudadanos puedan decidor qué es lo preferible" me parece una frase que carece de significado; habría que aclarar aquí qué entiendes por "conocimiento" y tendrías que terminar defendiendo que es posible la transmisión de conocimientos en un puro sentido cognitivo, al margen de valoraciones, afectos, sentimientos... lo que a mi juicio, y al parecer también de toda la psicología cognitiva, es del todo imposible.
    Respecto a lo que señalas acerca de la transversalidad de los contenidos, bueno... pues vuelve a ser una discusión metodológica. Afirmas que así se garantiza la pluralidad de perspectivas. Pero la verdad, Borja, no creo que el hecho de que exista esta asignatura anule dicha pluralidad; siempre habrá profesores que traten proselitistas de sus propias ideas políticas en todas las asignaturas y desde todas las corrientes. Más peligroso que esta asignatura es lo que ocurre en el País Vasco o Cataluña que el sesgo se produce precísamente en el profesorado, y después los contenidos ya es lo de menos.

    El recurso a Locke es bueno, pero no creo que EpC contradiga lo que el texto dice. Y también habría que tener en cuenta que Locke pensaba en sociedades únicamente europeas y actualmente las nuestras no están formadas sólo por "civilizados europeos".

    ResponderEliminar
  6. Bueno Eduardo, estoy leyendo con interés todo lo que estáis comentando sobre EpC.

    De esto último que estás comentando, sin embargo, me gustaría matizar que Locke fue justamente aplicado en en el país de Occidente más claramente formado no "sólo por "civilizados europeos"" que es justamente Estados Unidos.

    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Joaquín, la matización sigue pareciéndome inoperante para criticar mi postura. Estados Unidos en época de Locke, como seguramente sabrás, no era, ni de lejos un ejemplo de multiculturalidad. No creo que vayas a defender que los nuevos estadounidenses, en su mayoría procedentes de Inglaterra, acompañados por irlandeses o polacos, trataron de integrar en la naciente democracia a los esclavos negros traídos del África subsahariana y del Caribe... o que eso mismo se trató de hacer con los nativos americanos. Ni mucho menos.
    En cambio eso sí que se ha tratado de hacer en los países europeos y también en Estados Unidos durante el siglo XX, no sin muchas dificultades. Se trata de lograr que otras étnias, venidas de lugares en los que "Locke" ni siquiera es una palabra legible, alcancen la ciudadanía, admitan como propio ciertos "preferibles".
    Ya que traes aquí a Los Estados Unidos, pregúntate por el sentido de que en este país para alcanzar la ciudadanía americana, en caso de que no seas un "oriundo", tengas que hacer un exámen sobre "cultura americana" en el que se incluye fundamentalmente el conocimiento de la historia política y de la constitución. ¿Crees que el sentido de esta obligación tiene una función méramente cognitiva? Evidentemente no, supongo. Más bien, el Estado se protege advirtiendo a sus nuevos ciudadanos de que, en la sociedad a la que van a pertenecer, no les parece adecuado,por ejemplo, mutilar el clítoris de las adolescentes.
    Que eso es, como señala Borja, establecer una moral como "moral obligatoria", pues vale. Si os parece tan terrible establecer el "dialogo" o la "tolerancia" como elementos "obligatorios" de una ciudadanía democrática, entonces, deberíamos replantearnos quién es aquí el posmoderno, que parece que es mi eterno papel.

    ResponderEliminar
  8. Queridísimo, estimadisimo y muy apreciado Eduardo

    Salve!

    Pero como te pones, hombre de Dios, al final de tu entrada!
    “... mi eterno papel”

    Madre mía, eso si que es nada, absolutamente nada , posmoderno!

    ....

    Bueno, ahora en serio Eduardo, mira, mi oposición a la EpC es básicamente, la misma oposición que he tenido ante esas “enseñanzas transversales” tuve que estudiar cuando, años ha, hice el CAP.
    El tema, no es para mi, que existiera tal o cual enseñanza transversal, sino que todas "enseñanzas", estuvieran enfocadas a formar a los alum@s en unos determinados “valores” ¿y estos cuales son?pues resumiendo y simplificando mucho, creo que son, digamos, valores rousseaumianos (que palabro!) esto es, los “valores” que, estoy seguro, el 90% de los pedagogos y profesores aceptan sin rechistar:

    -Hay que reformar la sociedad

    -Hay que revelarse contra los usos y costumbre de los mayores

    -Hay que crear un mundo nuevo entregando libremente la voluntad a la invisible autoridad del Estado, un Estado, por lo demás, irresponsable.

    -La escuela es la clave del perfecionamiento social y moral, y por lo tanto una responsabilidad del Estado y no de los padres. etc

    Esto es, se les imbuye con las "ideas" típicas del gremio. Unas ideas que, dicho sea de paso, más que buscar la instrucción del alumno, intentan la “construcción” de la sociedad ideal.

    Lo único que ha cambiado, es que ahora, estas “enseñanzas transversales” se han materializado en EpC.

    Por contra, creo que si hay que dar algún tipo de “enseñanza transversal”, esta debería ser aquella enseña a diferenciar instrucción (la escuela) y educación (los padres). Esto es, aquella que ayuda al alumno ser consciente del riesgo que supone poner bajo la tutela de Estado la instrucción de los ciudadanos.

    Todo esto lo expone mucho mejor que yo Condorcet en su Rapport sur l´instruction publique, que si quieres cuelgo en la academia feacia.

    Como siempre muchos, muchos saludos

    Joaquín

    ResponderEliminar
  9. Entonces, en la escuela te instruyen y en casa te educan. Y... ¿qué hacen en los billares? ¿Y en los bancos del parque? ¿Y en los chats de internet?

    ¿No puedo yo instruir a mi hija? Es decir, ¿puedo no hacerlo?

    Instruyendo a los niños, ¿no se les educa? Cuando en el colegio me contaban las cosas de la revolución francesa ¿me estaban ayudando a acumular datos en el cerebro para que tuviera más probabilidades de ganar una partida de Trivial? ¿Por qué en vez de explicar tanta historia de Europa no me explicaron la de Oceanía?

    ¿La escuela no puede educar? Es decir, ¿puede no hacerlo?

    Si lo hace, ¿por qué no puede incluir la moral en su temario y sí puede incluir las integrales?

    Entonces, ¿dejo parte de la educación moral de mi hija en manos de un macarra de billar, en las de un alcohólico juvenil que hace botellón en el parque, en las de un ignorante con ADSL... o en las de un profesional de las ideas?

    Borja dijo: "(...)el comportamiento no se construye en base a discursos, sino en relación a modelos."

    Exacto. No puedo estar más de acuerdo. ¿El estado no es un modelo? Quiero decir: si el estado se abstiene de servir de modelo a los ciudadanos, ¿qué van a pensar los ciudadanos de él? Pues... lo que piensan: que es un objeto inservible, inexistente, utilizable para el interés propio.

    El estado tiene que serlo, y para serlo tiene que ejercer de tal (uno es lo que hace, no lo que es; los famosos logos y genos). Yo quiero que el estado se deje de "ser precavido con según qué cosas, no vaya a ser que tal o cual minoría se moleste". Quiero que se equivoque, pero que se equivoque porque cree en algo. Quiero que se deje de complejos absurdos que, treinta años después, se ve claramente que nos han metido en el mal camino (o en uno de los malos). Quiero que me sirva de ejemplo.

    Ahora, sospecho que la Educación Para la Ciudadanía no es la primera parte de un plan para recuperar las competencias transferidas a los reyezuelos locales.

    Venga, leña al mono, no os cortéis. Si me he atrevido a opinar (sin citar ni a Locke, ni a Vigotsky -nota: recuerda que son de Eva, no míos; devuélveselos, jejeje-, ni a Rousseau) tengo que aceptar que me deis cera.

    ResponderEliminar
  10. Hombre Ashep.... no me lo pongas tan facil, entre un macarra de billar y un "profesional de las ideas"... en fin....esta claro, no te parece?

    ResponderEliminar
  11. Vale, elimino la retórica iletrada.

    Borja dijo: "(...)el comportamiento no se construye en base a discursos, sino en relación a modelos."

    ¿El estado debe ser uno de esos modelos?

    ResponderEliminar
  12. Don Cogito, no me pongo de ninguna forma, no te asustes que conmigo no llega la sangre al río. Ashep... no sufrais por los libros, los que ya no uso se los devuelvo a Eva en este otoño...
    Al tajo...
    En primer lugar, Joaquín, la verdad es que no veo por ningún lado ese rousonianismo en la EpC; desde luego que no creo que se cumplan ninguno de tus cuatro miedos (-Hay que reformar la sociedad-Hay que revelarse contra los usos y costumbre de los mayores-Hay que crear un mundo nuevo entregando libremente la voluntad a la invisible autoridad del Estado, un Estado, por lo demás, irresponsable.-La escuela es la clave del perfecionamiento social y moral, y por lo tanto una responsabilidad del Estado y no de los padres. etc)
    Y aún siendo así, que no lo es, veo dificil que seamos capaces de provocar el deseo de ponerse a cuatro patas que Voltaire experimentaba al leer al ginebrino. ¿Una hora a la semana en segundo de le E.S.O?... casi el principal reproche que se le puede hacer el gobierno es precisamente que esto no vale para nada. A lo sumo, como ya he comentado, servirá como un mecanismo para INFORMAR a los alunos acerca de las PREFERIBILIDADES de la sociedad. Borja dirá en este punto lo que ya me ha dicho y yo seguiré manteniendo mi postura, en la que creo firmemnte: Locke, Condorcet y el liberalismo están muy bien, si. A ellos les debemos en buena parte que tengamos democracias, pero el tipo ilustrado, libre y racional que se hace a sí mismo, que se atreve a pensar, que diría Kant, no es más que una ficción, un constructo inexistente. Diría más, una suerte de falsa conciencia, de ideología falseadora destinada a distorsionar la mirada y justificar un estado ético y político irreal. Y en esta situación, como señala Borja sin quererlo, lo importante es que haya mucha policía.
    Con esta crítica materialista no pretendo abrazar el marxismo sino más bien señalar que los puntos de vista también se pueden invertir.
    En realidad prefiero entender este asunto desde un discurso mucho más posmoderno (ea!). El discurso liberal funciona para muchas cosas pero tiene sus limitaciones, y una de sus claras limitaciones está en su encaje con una sociedad multicultural y heterogénea. Aquí Ashep tiene razón al nombrarnos los billares que pueden malograr a Sofía (su hija); y es que, Joaquín, por muy profesionales de las ideas que sean los educadores de la escuela esto no les hace tener mayor peso en la educación de la criatura. Tienen su peso, si, y el estado debe aprovechar eso, pero en una sociedad de estas características, está muy lejos de ser capaz de hacer obligatorio nada, mucho menos ciertos valores. Lo que la niña aprenda en casa, en os billares, en los dibijos de la televisión o en internet se sitúa en el mismo plano que los "discursos edificantes" de los profesores de ciudadanía (seguramente incluso, por encima). Por eso es que me parece algo tan elemental; si quereis invierto los términos: es que el ciudadano tiene derecho a conocer los valores desde los que se ha costruido la sociedad a la que pertenece, sus leyes, su organización, su moral (si!), y por los cuales se le va a juzgar frente a, por ejemplo, los tribunales de justicia. Tiene derecho a que el estado le proteja, en muchas ocasiones, contra sus padres y contra los tipos de los billares.
    y sí, Ashep tiene razón al cribar la idea que ha sugerido Borja, la educación se realiza conforme a modelos (aunque no sólo: los modelos sirven para educar las motivaciones y los afectos, pero no, por ejemplo, las habilidades), y ¿qué es el estado, sino un gigantesco modelo?.. o mejor, la organización de distintos modelos. No creo que nadie en estas páginas pueda negar que cada estado se construye a partir de modelos bastante determinados de lo humano; si criticamos el estado totalitario nazi o marxista es porque el modelo de hombre desde el que se construye y al que llega, no nos gusta: no nos gusta el hombre-masa, el militante, el soldado-dispuesto-para-la-batalla... y contra eso preferimos a Locke, a Kant, a Condorcet, a Voltaire. La democracia parte de otro modelo y trata de cuidarlo y preservarlo para lo que, igual que el estado marxista o Nazi, tiene su propias herramientas (a veces no tan diferentes de estos dos últimos); los sociólogos hablan de "mecanismos de control social"... a veces Borja y Joaquín parecen defender una sociedad sin mecanismos de control social, es decir, una pura utopía consistente en la existencia de una sociedad que no es tal.
    Es necesario, a mi juicio, hacernos también nosotros el haraquiri, esa denostada en estas páginas, disolución posmoderna: realmente no se puede defender que el estado socialista falsee la realidad por medio de la "ideología" y el estado emocrático no lo haga porque lo suyo no lo es, porque el liberalismo de Locke acierta y el humanismo marxista no; no me creo esto.
    Rorty dijo unas cuantas veces que la democracia era un sistema preferible, no porque fuera más verdadero, sino porque permitía una mayor flexibilidad de léxicos y por tanto, mejores y más efectivos mecanismos de cambio: por ejemplo, un conservador de derechas puede convivir con un revolucionario utópico, lo que exige constantes ajustes. Eso si, tal flexibilidad se puede dar de forma efectiva porque existe un léxico común, un ethos como señala Ashep, una "moral obligatoria" que exige que estos ajustes no se hagan a bombazos. Me parece que es Juaristi el que señaló que lo que faltó en el País Vasco fue la época ilustrada y que los irreductibles vascos pasaron de forma directa del medievo al romanticismo, es decir, les faltó una EpC, un ethos, una "moral obligatoria"... y ahora estamos a bombazos.

    ResponderEliminar
  13. ¿Sabeis cuál es el problema? que esa moral obligatoria que, es verdad, es obligatoria o por lo menos el estado debería tratar de que lo sea: el ethos democrático, no le gusta a la Iglesia Católica Española y el Partido Popular, fiel a sus pleitesías, arma la bronca. Es así de simple: una empresa privada que además es sexista, racista y fundamentalista, la Iglesia Católica, tiene claros intereses en la cuestión. Pero claro, com esto no se puede decir, pues vamos a ser liberales, que para el caso también nos sirve.

    ResponderEliminar
  14. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  15. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  16. Eduardo

    Dices:
    "Don Cogito, no me pongo de ninguna forma, no te asustes que conmigo no llega la sangre al río" ... y claro que se que no va ha llegar la sangre al rio, te lo decía con humor, por supuesto.

    Respecto a tu última entrada, que quieres que te diga, me parece que, a veces, cuando expones tus argumentos tiendes a reducir todo aquello que huela a una postura opuesta a Epc a catolicismo, y a su vez el catolicismo a una especie de caricatura de la caricatura del más fundamentalista miembro de (digamos) el Opus Dei. Es como yo te dijera que, “en contra las apariencias, no todos aquellos que se declaran ateos o agnósticos , por el hecho de serlo, son unos fanáticos”.

    Si vamos por ahí, me parece que acabaremos (menudo aburrimiento!)el uno hablando de los problemas ha tenido con el catolicismo y el otro de aquellos que, con la mejor de las intenciones -claro- le han querido “liberar”.

    Creo que argumentas perfectamente sin estas caricaturas.

    Y por supuesto, un saludo.

    PD: la nueva entrada de “los papeles”, casi casi la he hecho pensando en ti.

    ResponderEliminar
  17. Joaquín, espero que, de todo lo que he escrito no te hayas quedado únicamente con la "caricatura" sobre la Iglesia. Creo haber escrito mucho mas. Con eso último sólo trataba de poner un poco las cosas en su sitio; por supuesto pienso que Boprja o tu no sois una avanzadilla de Rouco en estas páginas y, sin embargo, criticais la asignatura con argumentos. Me refiero más bien el PP, evidentemente, que se le ve al plumero, aunque trate de esconder sus verdaderas intenciones detrás de un discurso liberal, cuando de eso tienen poco.
    Como comprenderás,me interesa bastante poco si la facción que pesa más en la Iglesia española es el Opus Dei, o la congregación de ursulinas marianensis... con esas cuestiones allá ellos y sus clientes. Lo que no puedo tolerar es que el Partido Popular use sus diez millones de votos para armar semejante bronca, dictada desde ámbitos evidentemente eclesiásticos y desde la facción más fundamentalista del PP. Si quieres que nos pongamos a discutir acerca de la Iglesia Católica y sobre si hay muchas más ideas que las de la Prelatura, conmigo no cuentes porque me interesa poco.
    Siento ser así de crudo pero me indigna el PP en este asunto. Preferiría que se autoproclamaran un partido católico y pusieran las cartas encima de la mesa, que no esta pantomima que representan en la que, la EpC se presenta como un ataque a la libertad, a la autonomía moral y a la democracia en sí, cuando de lo que se trata, en rigor, es que es una clara apuesta por el laicismo.

    ResponderEliminar
  18. ¿Quién decide y por qué y cuál ha de ser la moral obligatoria en el seno de un estado? Si, como parece ser, es el mismo estado, ¿no es otorgar un poder desmedido al poder político para hegemonizar todo lo que encuentre a su paso? ¿Es suficiente creer poseer una moral verdadera para imponerla como credo oficial? Si hay algo que podamos criticar a esa iglesia que citas, Edu, es la soberbia de haberse investido durante mucho tiempo como impositora de una moral obligatoria y, al fin y al cabo, ¿por qué va a ser más adecuada la moral que hoy se presenta como correcta que aquélla que la iglesia defendía? Para el caso me es lo mismo: lo cierto es que, en ambos casos, se sustrae al individuo la potestad de arrancarse a esa minoría de edad de la que Kant hablaba y se le condena a la sumisión a un dogma obligatorio; se le condena, en definitiva, a no perseguir por sus propios medios -y, por lo tanto, a no hallar nunca- la búsqueda de lo verdadero.

    ResponderEliminar