Quien visita Varsovia por primera vez puede instantáneamente juzgar sobre lo acertado del sobrenombre que Zgniew Herbert le impuso: ciudad de las cenizas. Paseando por la ciudad aún viva, por sus grandes avenidas vigiladas por el gigante "Palacio de la Cultura y la Ciencia", por las calles asépticas guarnecidas de bloques idénticos y siniestros, me invadió la certeza de estar en una ciudad habitada por fantasmas o por sombras de fantasmas.
Lo verdaderamente asombroso es que Varsovia no deja de ser una réplica, ya que la ciudad hace mucho que no existe. Varsovia es la caverna de Platón que no alberga más que copias de un modelo inalcanzable, nada más que engaños y apariencias que proporcionan sólo una ilusión leve de realidad. Como es bien sabido, la Segunda Guerra Mundial terminó dejando de Varsovia sólo un montón de escombros y piedras desordenas por el acaso del fuego y la artillería; la mayoría de sus habitantes habían literalmente desaparecido y pareció cumplido el viejo sueño de rusos y prusianos: arrasar la vieja ciudad polaca de tal manera que hasta su recuerdo se esfumara. No obstante, la ciudad fue reconstruida, más sólo como un sueño que evoca a otro sueño. Todo el centro histórico fue levantado siguiendo el modelo de fotografías, de dibujos o pinturas ancestrales como las de Canaletto. Si el centro se erigió como una copia del pasado, como un residuo de la edad burguesa concebido por el sistema comunista como una especie de museo en el que todo está ya muerto, los barrios adyacentes y los arrabales plasmaron la copia del futuro, o lo que ellos mismos pensaron como futuro: el orden simétrico de la identidad y la geometría, el paraíso del proletariado en el que uno es indistinguible de su vecino. El hecho de ser una apariencia de ciudad, una réplica de algo tan distante como el pasado o el futuro, da a Varsovia un profundo aire de melancolía; o, al menos, me lo infundió a mí. Es una perfecta imagen de lo que significaron los regímenes comunistas en el este de Europa: la instauración de una realidad carente de entidad subsistente y sólo copia de un paradigma. Varsovia, ciudad que no tiene otra existencia que la de la máscara, trasunto de otra ciudad que fue, se extiende de la noche al día dejando que en sus calles se desarrollen los rituales de la vida ciudadana; aunque la ciudad sea una amalgama de ficciones, en ella se oyen las mismas voces y trajín, se perciben la misma luz y las mismas sombras que tienen lugar en una ciudad real. La hibridación entre realidad y locura alcanza aquí un grado insuperable.
Ciudad irreal y triste, Varsovia también alberga lugares de belleza cierta, aunque en ella -parafraseando a Rilke- la belleza sólo sea el comienzo de lo terrible. Mi postal preferida, aquella que mejor conserva el secreto oscuro de Varsovia, es el gran monumento a la mentira levantado en los años sesenta o setenta por el régimen; en él se adivina la perfecta voluntad de no-verdad que guió a los vencedores de la guerra al instaurar un sistema político perfectamente alucinanate, su gran falsedad y su cinismo desmedido. El monumento representa una escena de la rebelión de Varsovia de 1944 y es ofrecido como homenaje a las miles de personas que perecieron en sus calles durante el tiempo que duró el levantamiento. Un perfecto realismo socialista retrata al soldado, al obrero, al campesino unidos por la misma lucha contra el opresor nazi. La gran hipocresía de esta obra no tiene límite, así como tampoco lo tiene la perfección con que lleva a plenitud la concepción de la historia como un relato que el poder puede reescribir cuando le plazca: si la historia ha dejado de ser espacio en el que habita la verdad, es perfectamente posible -incluso loable- que el mismo Partido Comunista que, de la mano de Stalin, esperó tres meses al otro lado del Vístula contemplando impasible cómo el ejército alemán exterminaba a los rebeldes, el mismo para el que era conveniente que el Ejército Patriota polaco fuera aniquilado por los nacionalsocialistas para librarse así de un obstáculo hacia el poder absoluto, construya pocos años después un monumento dedicado a las víctimas de su complicidad asesina.
A D. Cógito
¿Alguien sabe cómo hacer para que el texto no quede tan abigarrado y se pueda respirar? No sé cómo agrandar el espacio entre líneas, y tampoco cómo introducir espacio entre párrafos. necesito ayuda
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ResponderEliminarNo se como hacerlo Borja.
ResponderEliminarDe todas manera enhorabuena por la entrada. Es un texto bellisimo. Has sido -en mi opinión- capaz de capar muy bien Varsovia. El simil que realizas con la caverna de Paltón está muy logrado y creo que deberáis desarrollar la idea un poco más.
De todas maneras,tengo que decir, que para mi, apesar del "escenario" que supone la reconstrucción de la Ciudad Vieja, esta si poseé cierta legitimidad. Una legitimidad AMBIGUA a medio camino entre la violación de la historia y la necesidad de reconstruir un pasado, que ayude (algo) a cicatrizar las heridas de esa misma historia.
Saludos
... y me gustaría añadir algo más,Borja, a cuento de lo que escribes sobre el exterminio del Ejercito polaco en Varsovia a manos de las tropas nazis y ante la indiferencia (activa) de las soviéticas.... y es sobre el sempiterno debate sobre derechas e izquierdas que de vez en cuando se cuela por las entradas de este blog...
ResponderEliminarA mi el conocimiento de esa parte de Europa, y su historia, me ha llevado de tomar una gran distancia sobre tales divisiones... no quiero decir que no es que existan, pero, en vista de lo que es la experiencia central del siglo XX (el totalitarismo) y sus consecuencias, me parecen tales divisiones, reconstrucciones mucho más falsas, y mucho menos legítimas, que los edificios rehechos de la Ciudad Vieja.
La división esencial es entre aquellos que asumen con todas las consecuencias la realidad del totalitarismo (venga de donde venga)y aquellos que miran hacia otro lado, intentan hacer que se olvide, lo relativizan o, simplemente, desean "intentarlo de nuevo".
Nada más
Saludos otra vez.
Gracias, Ricky (¡ups!) Te agradezco tu comentario. La verdad es que no podía dedicarle un texto sobre Varsovia a otro que al sempiterno enamorado de Polonia que, hace tantos años, nos traía noticias del lejano este y, secretamente, hacía fermentar el deseo de conocerlo. Este viaje a Polonia te lo debo en gran medida, igual que te debo la lectura de Milosz o Herbert.
ResponderEliminarTienes razón en lo referente al centro histórico de varsovia. A mí también me comunicó esa sensación agridulce que, quizás, no he sabido del todo plasmar en el texto. Es jusdtificable que se reconstruyera, pero no deja de parecer un decorado cinematográfico.
En cuanto a la izquierda y la derecha, mucho lo hemos comentado aquí, y las discusiones han sido extensas. Yo estoy totalmente de acuerdo contigo: la diferencia políticamente significativa no es la de izquierda/derecha, sino la de totalitarismo-liberalismo. El totalitarismo de "derechas" no es distinto al de "izquierdas".
Bueno, me habré explicado mal (suele ocurrir) pero quiería justamente decir eso que afirmas al final.
ResponderEliminarLa división derecha-izquierda me parece más bien propia de la era que comenzó con revolución Francesa y terminó con el desarrollo de los totalitarismos. esto es, tal división existe pero es incapaz de abarcar lo que ha sido el hecho central del siglo XX: el totalitariamo.
Esto cada vez me parece más claro cuando veo que la diferencia fuerte entre derechas e izquierdas solo se mantiene con fuerza en países que no han vivido el totalitarismo (de derechas, de izquierdas o "centro-reformista") hasta sus últimas consecuencias. En países como Polonia, el debate, la diferencia se da entre quienes desean una sociedad abierta y quienes por lo contrario desean establecer ciertos controles fuertes por parte del estado.
Muchos saludos, por supuesto
Me sumo a las alabanzas Borja; el texto me ha enganchado desde la primera frase hasta la última palabra. No conozco Varsovia, pero nos la has traído a Feacia.
ResponderEliminarRespecto a la ayuda que pides... ¿no sabes nada de código HTML verdad?... parece complicado pero no lo es. En cuanto pueda te mando una pequeña guía.
Gracias, Edu: la verdad es que no sé nada de eso de HTLM: ¿son acaso las siglas de alguna organización maléfica?¿Es un nuevo remedio contra el mal de altura? Ya me contarás.
ResponderEliminarY PARA QUE COJONES SIRVE ESTA PÁGINA.
ResponderEliminarMi amigo, Borja, tirando su talento en el sumidero de una postal.
No busqueis al poeta que no existe.
Ni sombra del.
Cuanto mas se inflama la rosa,
mas me la tienen que explicar,
y aqui acaba mi discurso,
no paso por vuestro Dios de mierda,
si lo secularizo me gusta.......
No recuerdo la última vez que morí para vosotros.
ResponderEliminarYa es desgracia que os toque un muerto vivo. Que este último suspiro ande de la mano de una payasa muerta.
Aunque sea una gilipollez, fuimos niños.
Varsovia.
No lo creereis, pero soñe con ella.
YA,
LOS SUEÑOS SON ABURRIDOS,
Pero desde aqui, los sueños de Varsovia son bonitos.
No la conocere, pero Richy estaba muy Polaco, en el central, en BRAVOMURILLO, nunca mira hacia atrás. El Vístula no le necesita, siempre está.
Lucena se ahogaba pero no le importaba.
Debe ser la polla, lo de ahogarse.
estas muerto.
Pero tienes un amigo,
soplas, disfrutas, escribes una postal, es Richy mi amigo
Varsovia, me lo dijiste, es hermosa.
No recuerdo la última vez que morí para vosotros.
ResponderEliminarYa es desgracia que os toque un muerto vivo. Que este último suspiro ande de la mano de una payasa muerta.
Aunque sea una gilipollez, fuimos niños.
Varsovia.
No lo creereis, pero soñe con ella.
YA,
LOS SUEÑOS SON ABURRIDOS,
Pero desde aqui, los sueños de Varsovia son bonitos.
No la conocere, pero Richy estaba muy Polaco, en el central, en BRAVOMURILLO, nunca mira hacia atrás. El Vístula no le necesita, siempre está.
Lucena se ahogaba pero no le importaba.
Debe ser la polla, lo de ahogarse.
estas muerto.
Pero tienes un amigo,
soplas, disfrutas, escribes una postal, es Richy mi amigo
Varsovia, me lo dijiste, es hermosa.
Pequeño homenaje a la amistad.
ResponderEliminarJoder, Settembrini, me dejas sin palabras...
ResponderEliminarNo son necesarias.
ResponderEliminarEl ficticio descenso a los infiernos no es del poeta sino el de la condición humana en su versión existencial, desarraigada, impotente, carencial, insegura, poco firme.
Sobre ella se alza el verdardero ser de la vida y de lo humano que nos hace surgir sobre todo ello e imponer nuestra naturaleza.
La postal me dio la excusa, la metáfora de polonia, el paseo por la historia, por la humanidad que la habita, de ahí el juego del talento y el sumidero, el hombre y la historia, era un elogio aunque parecia lo contrario.
La amistad es el otro referente implicito en la postal como lo son los afectos y su idea: La amistad. Con otros construimos nuestro destino, miramos hacia fuera y hacia dentro. Hacia el pasado y hacia el porvenir.
No se como habrá salido, no todo se puede recoger el la red de cuatro palabras bien o mal dispuestas.
Tras este metatexto, un abrazo, ya te llamo.
De acuerdo, Set., hablamos.
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