Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

martes, 28 de mayo de 2013

Ciudad de cerdos.
Óscar Sánchez Vega


No pocos análisis o interpretaciones de la filosofía política de Platón pasan de puntillas o ignoran por completo un problema que considero fundamental: ¿Qué función tiene, dentro del modelo político que Platón propone, la Ciudad de cerdos sobre la que dialogan Sócrates y Glaucón en el Libro II de la República? A menudo se da por supuesto que su importancia es nula o escasa. Se presupone que el único modelo político que Platón considera seriamente en la República es el conocido Estado Ideal con su gobierno de los filósofos, la división estamental, el modelo educativo etc.

Pero es preciso recordar que antes de este modelo Sócrates y Glaucón consideran otro: una polis básica, que Glaucón denomina despectivamente Ciudad de cerdos (en lo sucesivo Cc). La Cc es una comunidad autosuficiente, pequeña y frugal cuyo objetivo es satisfacer las las necesidades materiales básicas de una población - alimentación, refugio, vestido etc - mediante la ayuda mutua con el objetivo de acceder a mutuas ventajas. (cf. 372a-d). Leo Strauss, en La ciudad y el hombre, destaca que Sócrates solo habla, en este pasaje, de aquellas necesidades naturales que pueden satisfacerse por medio de las artes, pero no menciona otras como la procreación. Con ello se pretende subrayar el vínculo existente entre las Ciudad y las artes. En la Cc cada persona se dedicará de manera natural y espontánea a aquel arte para el que tenga una mayor aptitud y predisposición y todos intercambian su producción para que todos puedan cubrir sus necesidades básicas, de tal forma que cada “ciudadano”, al trabajar en beneficio de la comunidad, también trabaja en su propio beneficio.

Destacados comentaristas de Platón comparten la interpretación de W.K.C. Guthrie según la cual el lugar que ocupa la Cc en la República (Libro II) atiende a un orden lógico: primero se explica la base económica de la polis primitiva y, a continuación, se aborda el problema político propiamente dicho que nos remite a la Ciudad lujosa, la que “sufre inflamación”. La verdadera Ciudad Ideal es entonces la afiebrada, la cual, como se apunta en el libro IX, “quizá esté guardada como un modelo en los cielos” (592b). En esta ciudad, “la población entera de la Ciudad de cerdos se ha convertido en la tercera clase, la que no posee parte alguna en el gobierno”. Guthrie entiende que la Cc es un modelo de polis que responde al modelo de contrato social de Protágoras, según el cual la función básica de la sociedad es protegerse de las bestias y satisfacer las necesidades básicas. Otra referencia podría ser la Edad de Oro, de la que habla Empédocles, la cual, al igual que la Cc, está caracterizada por el vegetarianismo y la ausencia de guerra. La Cc, afirma Guthrie, no puede ser en modo alguno el modelo político que Platón propone pues en ella “no hay germen alguno de la concordia y unidad espirituales que Platón consideraba esenciales para la conservación de la ciudad”.

F. M. Cornford interpreta la Cc como un ideal moral para los atenienses del siglo V, una comunidad frugal y autosuficiente, que es un tributo a la memoria de Sócrates, pero la verdadera aportación platónica, aquella que marca un “rumbo propio” es la la Ciudad Ideal, es decir la “afiebrada” o febril. En el mismo sentido, T. Gomperz defiende, en su obra Los pensadores Griegos, que la Cc es un estado primitivo en el proceso de desarrollo de la polis que culmina en el Estado Ideal donde podemos encontrar la justicia bien definida (que es el objeto del Diálogo).

También está de acuerdo con este dictamen el filólogo español Carlos García Gual, pues es el Estado Ideal- y no la Cc- quien “refleja una ciudad a la medida del alma de Platón; la ciudad en la que el filósofo, a diferencia de la Atenas real en la que le tocó vivir, podría haber cumplido su misión de educador y estadista”. Otros especialistas e historiadores de la Filosofía como Abbagnano y Copleston prestan escasa atención a la Cc. Afirma Copleston es este sentido que “el Estado no existe simplemente para cubrir las necesidades económicas del hombre sino para hacerle feliz, para que el hombre pueda llevar una vida recta, de acuerdo con los principios de la justicia”

Una interpretación muy distinta, y entiendo que más acertada, es la que nos propone David J. Melling en su obra Introducción a Platón. Para una correcta valoración de la Cc debemos tener muy presente que es Glaucón - y no Sócrates- quien utiliza este epíteto y se burla de ella por carecer de “civilización” (de una manera bastante torpe pues, como nos recuerda Leo Strauss, en la ciudad básica, literalmente, no hay cerdos). Es Glaucón, repito, quien rechaza la Cc por no dar satisfacción a sus deseos de lujo y carne e invita a Sócrates a considerar la justicia en la ciudad del lujo. Es en esta ciudad febril donde surgen por primera vez los problemas políticos y con ellos la conocida solución platónica. 

Pero volvamos a la Cc. Platón nos describe bastante detalladamente (en 372a-d) la estructura económica de esta “Ciudad” pero nada sabemos de su estructura política ¿Por qué? Dos respuestas podemos aventurar:
  • Porque es una pregunta que en este momento del discurso no tiene ninguna importancia, el objetivo es otro; mostrar la base económica de la polis primitiva.
  • Porque la Cc, al ser un comunidad ideal, carece de estructura política.
La mayor parte de los comentaristas de Platón - pero no Melling - parecen decantarse por la primera opción. Pero el gran escollo que la interpretación tradicional de la Cc debe superar es esta intervención de Sócrates:
"A mí me parece que el verdadero Estado –el Estado sano, por así decirlo- es el que hemos descrito; pero si vosotros queréis, estudiaremos también el Estado afiebrado; nada lo impide" (372e).
Este fragmento indica muy claramente, que “el verdadero Estado” es la Cc, ella es el modelo de una vida purificada y armoniosa. Las dos diferencias fundamentales que marcan la distancia entre la Cc o polis básica y la polis del lujo son: la guerra y los doctores; ambas son las consecuencias de una vida guiada por la codicia y la voluptuosidad. Los doctores y los soldados son del todo superfluos en la Cc, pues la dieta frugal y vegetariana les defiende de la enfermedad y la ausencia de riquezas evita el surgimiento de la envidia y la codicia que ocasionan la guerra. Es clara, por tanto, la inferioridad moral de la polis civilizada frente a la Cc.

Es importante destacar que la ausencia de política en la Cc no es un defecto, sino la consecuencia de la hegemonía de la moral y la razón. Esta interpretación nos conduce por un extraño camino: ¿Es Platón un anarquista? Pues en parte, responde Melling, al menos en mayor medida de lo que habitualmente se piensa. La Cc es una comunidad anarquista en la que el alma está liberada, no existe el temor a ser invadidos, no hay coerción, ni riquezas que generen desigualdad. Son las riquezas, de la ciudad febril, las que generan desigualdad y conflicto de intereses que deben solucionarse con la implantación de un gobierno autoritario. Pero la imagen que algunos - R.M. Hare o K. Popper, por ejemplo - difunden de Platón como el adalid del autoritarismo no encaja bien con esta lectura que estamos haciendo del Libro II de la República.

La pregunta que conviene plantear es la siguiente: ¿Cómo viviría una comunidad de auténticos filósofos? Melling responde: en la polis básica, llevando una vida frugal, procurando cubrir las necesidades materiales básicas y evitando todo lujo superfluo. Considero esta cuestión esencial para una cabal comprensión de la filosofía política de Platón. Entiendo -o creo entender- las objeciones de importantes comentaristas de la obra platónica (Guthrie, Strauss, Colli, García Gual...) a esta respuesta: Platón no puede aprobar una vida semejante, una vida rústica, sin política, ni arte, ni ciencia, ni política... ¡la vida de un pobre campesino no puede ser el ideal de vida humana! Sería de esperar que el mismo Sócrates rechazara el modelo propuesto; una Ciudad donde no hay lugar para una vida orientada a otra cosa que no sea satisfacer las más elementales necesidades naturales, una Ciudad que no promociona una vida teórica orientada hacia el conocimiento y la virtud no puede ser un modelo político. Sin embargo, no es está la acusación que los interlocutores -Sócrates y Glaucon- hacen en contra de la Cc; podrían acusarla de no satisfacer las necesidades espirituales del hombre, de atender sólo a las necesidades materiales, o sea, a la parte apetitiva del alma... pero no lo hacen. De hecho, el reproche es el inverso: no dar cumplida satisfacción al deseo de lujo, comodidad y carne.  Son los placeres de la mesa, y no la falta de virtud, lo que se echa de menos en la Cc. No es pues descabellada la tesis de Melling: la Cc es la ciudad de los filósofos.

Otra cosa es su factibilidad, la posibilidad real de instaurar de un modelo social semejante a la Cc. Al contrario de lo que algunos suponen, Platón no es un utópico: sabe que la Cc es un ideal inalcanzable, incluso imposible, pues el alma humana, el alma de la mayor parte de las personas, no está correctamente ordenada; la parte concupiscible dirige y orienta la vida de las gentes, de tal forma que la avidez de lujo y comodidades por parte de la mayoría hacen inviable la Cc. Tiene razón Cornford cuando afirma que la Cc es un tributo a la memoria de Sócrates pues él, el Sócrates histórico, partía de una concepción más optimista de la naturaleza humana porque identificaba el alma con la razón y, si esto fuera así, la Cc sería la mejor sociedad, la más saludable y racional; por ello Sócrates, el personaje literario, afirma que “el verdadero Estado” es este, la Cc.

Lo que conocemos como “Estado Ideal” sería entonces la respuesta realista de Platón al tomar en consideración las imperfecciones del alma humana. La paradoja es la siguiente: como la justicia en el alma no se da -no ocurre que todas las personas tengan convenientemente ordenadas las “partes” de su alma- es preciso, al menos, asegurar la justicia en la polis. Pero el “Ideal”, la mejor polis para los mejores hombres, es la Ciudad de cerdos - y no el “Estado Ideal”-

7 comentarios:

  1. Hay líneas de reflexión que abres e invitas a recorrer, por ejemplo, la posición de Glaucón marca por qué Sócrates no desarrolla más la temática de Cc/Cb - Ciudad básica. De modo que el alma de Glaucón marca el estilo de vida que es incapaz de pensar y aceptar la viabilidad y sostenibilidad de tal modelo.
    Lo que nos invita a pensar los límites que hay en nuestro presente cuando abordamos la práctica político acerca de qué modelo de régimen político queremos.

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  2. Muy interesante, Óscar; la verdad, no había yo pensado el asunto desde esta perspectiva, y tendré que repasarlo. Es una interpretación potente de la filosofía política de Platón, que, en última instancia, se resuelve en un intento de llevar a cabo una política en la que hayan desaparecido todas las incertidumbres, contingencias e inestabilidades, o, lo que es lo mismo: en la que haya desaparecido la política misma. Como sabrás, esta interpretación de la política platónica es de H. Arendt, y casa muy bien con tu entrada. Para Arendt, la filosofía política platónica supone el primer gran intento de anular las capacidades políticas del hombre -las capacidades que tienen que ver con la acción- como modo de poner fin a las amenazas que presenta lo incierto y frágil de la libertad e incertidumbre inherentes a la acción. Desde esta postura, Platón podría apuntar a estos dos extremos de vida común que apuntas: o bien limitar la comunidad a los procesos biológicos atenidos a necesidad y repetición -producción y consumo- o bien modelarla de acuerdo a un diseño racional filosófico que también la contuviera dentro del cerco de la necesidad, pero en este caso de la necesidad de la verdad objeto del alma, y no de los ciclos biológicos. De esta forma, Platón borraría esa zona intermedia que supone, precisamente, el campo de la acción imprevisible y no calculable, el campo de la pluralidad frente al de la unidad de la especie o de la verdad. Serían las dos alternativas -una realista y otra "utópica"- a la incertidumbre de lo político.
    Por otro lado, estas dos alternativas a la vida política, esta preocupación por dar existencia a una política "liberada de los riesgos de la política", bien podrían acercarse a los dos modos modernos de plantear el mismo problema: el liberalismo, con su obsesión por reducir el marco de la libertad a la satisfacción y protección de los procesos biológicos; el marxismo, con su proyecto de alcanzar una rqcionalidad cumplida y calculada en relación a los asuntos humanos. Dos modos de eliminar la política, uno "hacia abajo", el otro "hacia arriba", y ambos coincidentes en hacer desaparecer esa zona intermedia que es la de la libertad, es decir, la de la incertidumbre e indecibilidad de las acciones que ponemos en marcha.

    Un abrazo

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  3. sepptembri1/6/13, 18:56

    En realidad tiene razon el clasico y somos lagrimas en la lluvia. La cuestion que Grecia y Platon dirimen es como trasladar lo precario conocido sobre el hombre a una entidad que englobe lo desconocido. Sostengo que la idea de Alma remite al balbuceo y temor que provoca la constatacion del otro y al lenguaje como precursor de lo que hoy conocemos por tecnica, en su cenit, momento de comunicación.

    La Cc es una utopia. En el buen sentido, si cabe esta expresión. Si algo se aprende o se recoge del interes por el presente son las voces que descansan en cementerios. La paz de los muertos es la linea de salida de los vivos.

    Como filosofos sabemos que para recoger algo de lo que de verdad sostuvieron otros hay que leer mucho.

    La falacia de la hermeneutica descansa en suponerle a la superstición un resultado entre lineas. Omiten que la cuestion no descansa en el texto ni en el autor sino en quien paga por la interpretación. Si sus presupuestos fueran legitimos no remitirian a la lectura de otros ni se supeditarian a modos o modas.

    Se trata de tiempo y desinteres por todo aquello que parece o nos parece que es como es. La sospecha acucia cuando constatas que para darte un barniz tienes que realizar un esfuerzo que no casa con estos ni con ningun tiempo,

    Mi admirado Platon construye una utopia basica, para mi lo basico bebe de la raiz. Es un desencantado que quiere legar una utopia a modo de ejemplo.

    Rousseau tiempo después hace lo mismo. Con mas datos se aproxima a un supuesto estado natural. Tiene mas datos, el Estado Omnipotente Hobbesiano y la justificacion de la desigualdad de Locke. Construye una utopia deleznable que justifica un sujeto moral que converge en una voluntad general totalitaria. Libertad e igualdad condimentos del mismo caldo.

    Kant para otro dia. Rousseau espejo de la Modernidad denigra de la representación, la division de poderes, la mayoria y los partidos politicos, asociaciones en su acervo.

    Todo lo que no fue la democracia que triunfo como mejor forma de conducir voluntades particulares. Es gratificante constatar que el era consciente. Utopia vara de medir. Hoy vemos que precisamente lo que costataba el gabacho es lo que falla y le da razon.

    No olvidar su concepto de libertad y enajenación muy pertinente.

    Enajenacion: Supeditar la consideración de si mismo al espejo de los otros. Libertad no es hacer lo que uno quiere sino que no te obligue lo que piensen los demas.

    Ahora todos perdemos nuestro tiempo en implorar una buena definición de los otros sobre nosotros.

    Platon tiene algo de precursor….

    Ser filosofo es complicado.

    Ayer casi arrojo la toalla.

    Rousseau tambien inaugura para los analfabetos la deriva del interes general y del sujeto moral que lo recaba. Desde mi punto de vista poso para analfabetos o criminales, Sean numenes de la voluntad del proletariado u otros criminales que se justifican en el error por interes consuetudinario.

    Un comentario, perdon por los acentos, mi aparato me pone un paréntesis y he preferido el vacio al paréntesis.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Muy interesante, Settembrini. Yo sólo añadiría que, como atestiguaba la imagen antes de ser recortada, Platón nos legó una utopía bien barata: ¡30 pesetas! Era el precio de la edición.

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  6. sepptembri1/6/13, 22:17

    En realidad tiene razon el clasico y somos lagrimas en la lluvia. La cuestion que Grecia y Platon dirimen es como trasladar lo precario conocido sobre el hombre a una entidad que englobe lo desconocido. Sostengo que la idea de Alma remite al balbuceo y temor que provoca la constatacion del otro y al lenguaje como precursor de lo que hoy conocemos por tecnica, en su cenit, momento de comunicación.

    La Cc es una utopia. En el buen sentido, si cabe esta expresión. Si algo se aprende o se recoge del interes por el presente son las voces que descansan en cementerios. La paz de los muertos es la linea de salida de los vivos.

    Como filosofos sabemos que para recoger algo de lo que de verdad sostuvieron otros hay que leer mucho.

    La falacia de la hermeneutica descansa en suponerle a la superstición un resultado entre lineas. Omiten que la cuestion no descansa en el texto ni en el autor sino en quien paga por la interpretación. Si sus presupuestos fueran legitimos no remitirian a la lectura de otros ni se supeditarian a modos o modas.

    Se trata de tiempo y desinteres por todo aquello que parece o nos parece que es como es. La sospecha acucia cuando constatas que para darte un barniz tienes que realizar un esfuerzo que no casa con estos ni con ningun tiempo,

    Mi admirado Platon construye una utopia basica, para mi lo basico bebe de la raiz. Es un desencantado que quiere legar una utopia a modo de ejemplo.

    Rousseau tiempo después hace lo mismo. Con mas datos se aproxima a un supuesto estado natural. Tiene mas datos, el Estado Omnipotente Hobbesiano y la justificacion de la desigualdad de Locke. Construye una utopia deleznable que justifica un sujeto moral que converge en una voluntad general totalitaria. Libertad e igualdad condimentos del mismo caldo.

    Kant para otro dia. Rousseau espejo de la Modernidad denigra de la representación, la division de poderes, la mayoria y los partidos politicos, asociaciones en su acervo.

    Todo lo que no fue la democracia que triunfo como mejor forma de conducir voluntades particulares. Es gratificante constatar que el era consciente. Utopia vara de medir. Hoy vemos que precisamente lo que costataba el gabacho es lo que falla y le da razon.

    No olvidar su concepto de libertad y enajenación muy pertinente.

    Enajenacion: Supeditar la consideración de si mismo al espejo de los otros. Libertad no es hacer lo que uno quiere sino que no te obligue lo que piensen los demas.

    Ahora todos perdemos nuestro tiempo en implorar una buena definición de los otros sobre nosotros.

    Platon tiene algo de precursor….

    Ser filosofo es complicado.

    Ayer casi arrojo la toalla.

    Rousseau tambien inaugura para los analfabetos la deriva del interes general y del sujeto moral que lo recaba. Desde mi punto de vista poso para analfabetos o criminales, Sean numenes de la voluntad del proletariado u otros criminales que se justifican en el error por interes consuetudinario.

    Un comentario, perdon por los acentos, mi aparato me pone un paréntesis y he preferido el vacio al paréntesis.

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  7. sepptembri2/6/13, 17:36

    Lo acabo de ver. Perdonad por la repeticion. No me di cuenta. Un abrazo,

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