Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

lunes, 28 de enero de 2008

Federalismo cultural

En política existen propuestas y acciones peligrosas, así como propuestas y acciones ridículas. El gran mérito del gobierno actual ha sido conjuntar lo ridículo y lo peligroso de tal manera que, a menudo, el carácter paródico de tantas decisiones impide percibir el contenido demoledor que albergan. El gobierno ha consumado el carácter escénico de la política. Su género predilecto, aunque apunte a una tragedia latente, es el de la comedia, como demuestra su pericia para provocar la carcajada. La política, por fin, se destapa; se arranca la máscara de la honestidad y el respeto a las leyes, pero lo hace con tal sentido cómico que oculta el ruido y el destrozo tras de las innumerables y sonoras risas. Día a día -y más a medida que se acercan las desazonantes elecciones generales- desgrana propuestas disparatadas más propias del teatro del absurdo que de cualquier política razonablemente asumible. La última que he leído supone el colmo del ridículo, pero también presenta una amenaza cierta para la siempre frágil vida de todo lo que reunimos bajo el nombre de "cultura". El programa del PSOE -a iniciativa de los barones feudales catalanes- incluye la propuesta de promocionar el "federalismo cultural". El ridículo de la expresión es notorio y no necesita más explicación. Estamos acostumbrados a la proliferación de conceptos imbéciles desde que los nacionalistas y los "progresistas" legislan también sobre el lenguaje. La amenaza que esta estupidez representa es clara: desintegrar la cultura española, trocearla, despedazarla hasta que se convierta en una muestra histórica de algo que, a lo sumo, alguna vez existió; en su lugar se multiplicarán las fábricas de pensamiento y arte subvencionados por los diversos gobiernos locales, se terminará de expulsar de las actividades culturales a todo el que muestre valía y libertad para convertirlas en sinecuras con las que premiar a los inútiles políticamente fieles. Lo fundamental no es que se consiga la sustitución de una cultura por otras -lo que parece ser un proceso inevitable del devenir humano-, y ni siquiera que una cultura de superiores realizaciones materiales -tanto históricas como contemporáneas- vea ocupado su lugar por una pléyade de culturas subsidiarias e insignificantes en relación a la historia del mundo. Lo fundamental es que la "federalización cultural" significa la extinción de toda forma de cultura genuina -caracterizada no por la extensión, sino por su alcance y significado universales- para poner en su lugar un remedo hueco, mentiroso y dependiente del capricho del poderoso.

Leyendo la "poética musical" de Stravinsky me vino a la cabeza el glorioso "federalismo cultural"; el músico ruso, sin conceder nada a la nauseabunda "tolerancia" y corrección política contemporáneas, afirma sin ambages que la extinción del universalismo supone el fin de la cultura propiamente dicha. Queda lo demás, todo aquello que, a partir de ahora, agotará el repertorio de lo que llamemos cultura: Sardana, pelotaris, aurresku, muiñeira, sevillanas, jotas....
Aquellos tiempos han cedido el lugar a una nueva época que quiere uniformarlo todo en el aspecto material, al paso que tiende a destrozar todo universalismo en el orden espiritual, en beneficio de un individualismo anárquico. Así es como, de universales, los centros de cultura se han hecho particulares. Se concentran en el marco nacional, y hasta regional, mientras llega el momento de irse diseminando hasta desaparecer.
Igor Stravinsky, Poética musical

12 comentarios:

  1. Tienes toda la razón... se debería hacer una apología del trabajo desinteresado, honrado del artista verdadero.

    PD: ya estoy oyendo las voces beatas que gritan o arquean las cejas -ironicos ellos-casi hasta el borde del esguince: ""¿"verdadero"?, ¿"desinteresado"?...¿"honrado"! ¡¡¡¡¡herejía herejía!!!!!""

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  2. Pues sí, tienes razón, el concepto de arte está sufriendo una involución sin precedentes. De labor marcada por la "libertad ante el objeto" se ha tornado en adorno entretenido e interesado de políticos con acceso ilimitado al gasto público; de legislar en cuestión de valores estéticos, el artista ha pasado a ser un mandado y un subvencionado. un abrazo.

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  3. Efectivamente Borja, totalmente de acuerdo... pero a lo que me refiero no es tanto al retroceso del concepto de arte o al repugnante intento por parte del estado por convertir al artista en un "ser subvencionado" a los mandatos estéticos de sea mismo estado... no... es la postura cínica, repugnate de esos mismos "artistas" a la hora de ceder a ese chantaje.

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  4. Supongo que te refieres a la malévola forma en que repiten conceptos como "libertad del artista", "espíritu crítico" y otros de tal estilo, mientras sólo pugnan para recabar subvenciones y se prestan descaradamente a adular al poder (eso sí, "de izquierdas"). A m´´i me parece nauseabundo todo ese espectáculo de servilismo y postración, pero lo preocupante es cómo pueden comunicar tal falsa conciencia a todo un pueblo que se presta a asumir el mismo lenguaje y recorrer las mismas veredas. El centro de todo esto, la pregunta que nace de fenómeno tan extendido gira en torno al prestigio; han logrado hacer calar en el fondo inconsciente del imaginario colectivo una férrea distinción entre lo bueno en sí y lo malo, de tal manera que han impermeabilizado toda acción concreta frente a la crítica. Donde se suponían hechos han depositado etiquetas, de tal manera que cualquier acción, simempre que se acompañe de la retórica adecuada, es aceptada sin más a pesar de que cualquier análisis superficial destaparía innumerables contradicciones. Han logrado que toda una sociedad participe de la misma impostura y se defienda fanáticamente contra cualquier objeción que pueda poner en entredicho su monolítica imagen del mundo. Al fin y al cabo han introducido un nuevo lengiaje que incorpora un nuevo trato cortesano, lleno de sobreentendidos y automatismos; el trato social se ve lleno de fórmulas que es prescriptivo observar a precio de sentir sobre ti las miradas , los rumores y el desprecio que se lanzaba sobre el que se salía de la etiqueta y profería palabras impropias delante del zar. No valen argumentaciones o referencia a hechos, sino convenciones que pesan sobre cualquier conversación, como losas. Atrévete a ofrecer razones en favor del estado de Israel, o a tratar de hablar de la guerra civil mirando más a los hechos que a las opiniones de comunión obligada.
    Vaya, me he ido un poco del tema del arte, pero creo que no media tanta distancia entre la sopa ideológica en que nada el más humilde oficinista y el discurso que permite a los artistas del régimen ser mantenidos por el erario público sin tener que mostrar excelencia alguna, más que la de ser "artistas". Al fin y al cabo, como gustan repetir evocando los viejos formularios stalinistas, el artista es parte del pueblo y a él se debe. ¡Y tanto!

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  5. Anónimo2/2/08, 2:23

    Quiero empezar por adherirme a la profusión de Borja, por su contumacia respecto de lo que piensa con las pocas armas que son muchas, que dan las pocas letras y que te la sude que te tilden de derechas o izquierdas, en este caso me pierde el afecto a un buen tipo. A Oscar le agradezco su fe en su idea de izquierda, aunque le achaco cierto determinismo referencial, y a Don Cogito le felicito por su extraordinaria página.

    Respecto del comentario a tu escrito; Cultura, federalismo etc, supongo que vas por ahí, son desde el punto de vista de que representan instituciones, conceptos dificilmente casables. Si te interesa discutimos del tema, me interesa la distinción; Identidad, posicionamiento político, politicas de partido, democracia, etc. Opino que a ti que te conozco y con quien comparto cosas pero otras no, pero me das que que pensar, le demos vida a esto, por aquello de los peajes de identidad.

    un brazo, ahora viene lo jodido que os mande esto bien jejej. Nos vemos majo.

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  6. Bueno, estimado anónimo (esto d hablar a ciegas me incomoda un poco), me parece magnífico el discutir sobre lo que nombras; al fin y al cabo esos son los problemas que hoy conforman el nudo central de nuestras sociedades desorientadas. La verdad es que esto último no es más que una tautología: toda sociedad se caracteriza por una desorientación íntima que se extiende por todo lo vivo, pero, bueno, queda muy bien decirlo (como si el que lo dice no estuviera, a su vez, desorientado).
    Lo que sí creo es que el problema fundamental de toda vida humana viene a reunirse en la forma política de su existencia, y por ello tambi´´en es necesario considerar el carácter de la política actual. Al respecto me preocupa la inflación tremenda de la ideología, esto es, la proliferación de ilusiones y discursos mentirosos sobre lo real que permite a muchos soportar su modo de vida lisamente capitalista convirtiéndose en el terreno virtual de las ideas en críticos feroces de los demás que aceptan el capitalismo. Así se justifican, se redimen, calman su complejo de culpa, pero a costa de contradicciones bochornosas y de extender un discurso mixtificador que poco tiene que ver con las carencias (y por que no decirlo, también las virtudes) del capitalismo existente. Desenmascarar esa ideología en sus actuaciones concretas me parece fundamental. Rasgar la trama fantástica de engaños, medias verdades, intereses y mitos que justifican el mantenimiento de un sistema dirigido según una obsesión endogámica por sí mismo. Es bochornoso que los que escenifican la figura del crítico del sistema blandan su pluma pagada por el estado, o que el que clama por la libertad se encadene a los intereses de una casta sólo distinta de las elites tradicionales en que repite una y otra vez que no es lo mismo porque tiene a la razón universal de su lado. Me revuelvo contra la distinción "izquierda-derecha" porque creo que ha perdido significado político (en el espacio de significados compartidos) para convertirse en mero instrumento de una moral muy definida e interesada. Es necesario reconstruir el campo de lo politicamente significativo para hacer de la política algo más que una representación falsa en la que todos saben, incluido el público democrático, que nada tiene contenido y las cosas se dicen porque hay que decirlas.
    Saludos

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  7. Empezaré por la idea de sociedad desorientada que aludes. Hablas del problema de la vida humana, de su forma política de existencia como ley motiv que vehicula todo el hacer del hombre en sociedad y, por tanto, de su propio hacer en tanto miembro de ella. No creo que escape a nadie que esta es la cuestión que se juega en política, como cada uno de los seres humanos nos imbricamos en medio del grupo humanos que encontramos al poner los pies en el mundo. Como intentamos encontrar la mejor forma de convivencia, como nos organizamos para poder aspirar a satisfacer las mínimas condiciones de dignidad que comporta el hecho de ser humanos. Lo deseable es encontrar estas vías -el vínculo que nos permita a todos poder enfrentar la existencia con ciertas garantías-, entre todos. De ahí la política y de ahí que algunos pensemos que la democracia es el mejor trampolín que podemos darnos para franquear los obstáculos que nosotros mismos ponemos a la consecución del igualitarismo y la libertad.

    Una de las razones de la desorientación que mencionas es el poco interés que se pone en hacer pedagogía respecto de que es aquello que buscamos en tanto sociedad, que implican cada uno de los conceptos de los que nos valemos para limitar que es lo que buscamos, que tipo de individuo sería el preferible para la consecución de los mismos etc, etc.

    Frente a esto lo que nos encontramos en una sociedad de castas, políticas y económicas, difícilmente discernibles dado su escandaloso apogeo carnal y de intereses. Esto ocurre en todos los continentes, en todos los países y no digamos ya en todas las autonomías. La diferencia esta en su sofisticación. Cuanto más reducimos los grupos de poder y por tanto los multiplicamos, cuanto más estamos bajo el manto de sus consensos, vamos de sus apaños, de sus repartos del pastel peor nos va, más alejados estamos de la política y por tanto más excluidos de ella. Por tanto mas que de desorientación hablaría de exclusión, bien es cierto que para ello es necesaria una previa asnalización y desubicación de los seres humanos respecto de lo verdaderamente importante. Cuando se habla de infantilización de la sociedad, rozamos este hecho, al niño se le excluye de lo importante, no tiene ni voz ni voto, normalmente esta desubicado y para su marginación total se le entregan marcos virtuales para que se entretenga y se desvincule de la realidad de modo que se haga lo menos molesto posible.

    Esto, entre otras cosas. La cuestión, como bien sabes, tiene mayor complejidad, nos da la resultante, en occidente se da el paradigma perfecto de seres desconectados de lo real, ensimismados en la satisfacción de sus necesidades, cuanto más a corto plazo mejor y lo separa escandalosamente del otro. Lo fácil es echarles la culpa a ellos pero los verdaderos culpables son los que alientan fábrica de individuos proclives a ser manejados, activos a la sugestión, al alejamiento de la realidad y por supuesto incapacitados para cuestionar el estado de cosas actual.

    A diferencia de los sustentadores de ciertas tendencias ideológicas, albergo aún bastante confianza en el ser humano, pues me lo demuestra el observar como se comportan muchos de ellos en ciertas circunstancias cotidianas. Pero de lo que se trata aquí es del comportamiento cívico de la idea de ciudadano que sostendría una verdadera democracia y ese, desgraciadamente no se educa, pues no interesa.

    Haces mucho hincapié en el caso de los nacionalismos y desde luego estoy de acuerdo en que son el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer. Son el síntoma del cáncer, de la extensión de la burocracia de mercado a todo lo susceptible de ser manipulado, controlado y administrado; desde las mentes hasta los bolsillos. Todo se compra y se vende: satisfacciones a corto plazo, voluntades, silencios, aplausos, exclusión, miseria, riqueza, pensamiento, etc. Todo aquello incompatible con la verdadera democracia. Asunto este otro para otro día. Tampoco me olvido de la cuestión de las derechas y las izquierdas.Un abrazo.

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  8. Septembrini:
    Tienes razón en lo referente al marco imprescindible en el que hay posibilidad de hacer política. Si no hay "polis" no puede existir política alguna. La existencia de opacidades, castas, estamentos -que apuntan a un cierre del espacio político en compartimenteos estancos- significa la sustitución de las relaciones políticas por vínculos de vasallaje y servidumbre. En este sentido es cierto que el nacionalismo no es el único modo de negar la política. Sin embargo, tampoco creo que sea un mero síntoma, sino más bien una de las formas más ideologizadas en las que se da esa renuncia.
    Por subrayar tu mención de que el nacionalismo no es la única forma, es cierto que toda organización se dirige a la satisfacción de fines y tiende, cuando no encuentra límites, a utilizar a individuos y colectividades como simples medios. Toda organización, en fin, desea ser estado y concentrar el máximo "quantum" de poder. Por esa razón el liberalismo ingenuo es inválido: proponer la simple desaparición o minimización del estado no resuelve el problema, porque el problema no es el estado, sino la concentración de poder. Hoy en día las empresas se organizan como estados dispuestos a ocupar el vacío de poder dejado por éste. La cuestión estriba, entonces, en ser capaces de establecer límites a cualquier poder, provenga de donde provenga. Cuando el poder se fragmenta en áreas aisladas ocurre precisamente lo contrario: se dibuja un mero límite espacial dentro del cual no hay límite alguno para la actividad del poder hegemónico en ese espacio. Eso ocurre con los distintos nacionalismos -que pretenden fragmentar para deshacerse de controles y límites- pero también con grupos y empresas que ponen la esperanza de un poder ilimitado en desalojar al estado de la toma de ciertas decisiones cruciales para la vida política.
    En esto, creo, estamos de acuerdo, aunque quizás yo desconfíe del papel que se pueda asignar al estado desde la teoría que mencionas de la "fabricación del sujeto", lo que viene a ser lo mismo que decir el diseño planificado y meticuloso de la sociedad y la vida política por parte del estado. En cierta manera dudo de que el diseño racional o la planificación puedan ser propiamente denomindados "política" y tiendo a pensar -aunque quizás de manera algo intuitiva u oscura- que otra de las fromas de destierro de lo político es la racionalización burocrática de las decisiones. Estoy terminando el libro sobre el asunto de J.M.Chamorro y mis mayores dudas se dirigen, precisamente, a la exigencia de fabricación consciente y dirigida del sujeto. Ya hablaremos del tema, pero, para resumir, creo que el escrito parte del supuesto de que las causas de cualquier suceso poseen siempre correlación homogénea con los efecto, y de ahí parte la posibilidad de fabricación psicológica del sujeto. Yo me inclino a pensar que la correspondencia entre causas y efectos está, en general, vinculada a irregularidades de difícil precisión. Las mismas causas no siempre provocan idénticos efectos, por lo ni siquiera en el supuesto ideal de un conocimiento exhaustivo de las causas podríamos determinar los efectos más allá de una cierta probabilidad. Discutiremos sobre ello, porque el libro aporta ideas muy interesantes y, sobre todo, de gran carga polémica. Para concluir mi crítica, no comparto en absoluto la confianza (fe) en las virtudes del "sistema socialista", que creo que supone más que demuestra.
    Un abrazo

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  9. Anónimo9/2/08, 1:07

    Querido Borja:

    Empezaré por el final. La fe que refiero en el anterior comentario no va referida al socialismo sino a los sujetos, como observarás. Lo cual no quita que sea afín a muchas ideas socialistas, insisto socialistas, de izquierdas, insisto de izquierdas. Insisto tanto porque precisamente si algo no veo a mi alrededor es ni una cosa ni la otra. No es lo mismo decirse o aspirar a decirse de izquierda, que serlo. Sobre todo porque todo lo que atañe a cierta sensibilidad hacia lo humano que podríamos etiquetar como izquierda, no existe en estos momentos.

    No digamos ya en esa factoría de poder que bajo la sombra de ciertas siglas se autodenominan de izquierda y que con mucha benevolencia podría aceptar como derecha moderada. Por supuesto que hay derecha e izquierda; lo que no hay, e imagino a cualquier escolástico tirándose de los pelos, es centro. No se que es eso, si alguien me lo explica, agradecido quedo. La explicación más plausible que se me ocurre es que ese híbrido denota la moderación, a la que de vez en cuando han de ceder los políticos si sus extremismos, dirigidos a sus supuestas bases de hooligans, chocan con cierto sentimiento o valores compartidos. Hay izquierda y derecha con sus diferencias y no se puede ser tibio a la hora de posicionarse; y luego, hay ciertos contornos del ser humano que no son ni de uno ni de otro y a eso lo llaman centro, pues vale. La lucha por el voto no cautivo – pues suponen que lo hay, para empezar lo llaman indeciso, pues empezamos bien - debe merecer semejante bodrio.

    Mas que de Polis, que remite a cierta complejidad organizativa, yo hablo de Demos, sujeto político. Polis más bien lo entiendo como el espacio, ágora, foro, que hace posible la discusión, la comunicación entre individuos con un deseo común que es la mejor convivencia posible orientada hacia objetivos que ya te comentaba. No lo digo por precisar porque en última instancia van de la mano.

    En democracia parece que ese objetivo tiene mas visos de poder cumplirse, gobierno del demos, del discurso, etc. La retórica ya la conocemos. El problema estriba en que hemos teorizado una idea de organización, de ámbito político, democracia en este caso, por mera aproximación. Me explico. Aquello de Churchill de que la democracia es el mejor de los sistemas políticos posibles conocidos (en mi traducción: el mal menor) nos da la clave. Hemos llegado aquí por eliminación. Porque la verdadera cuestión a la que tu mismo aludes con frecuencia, la idea de poder, no ha sido suficientemente puesta en cuestión. Hemos asumido un cierto rol del ser humano subsumido a la idea de poder, de igual forma que utilitaristas, liberales económicos asumieron el suyo bajo la misma égida (me refiero a éstos por el corte que representaron en su momento de la mano más o menos tardía de la lustración ). El ser humano es de cierta manera: es egoísta, tiende a refirmarse a sí mismo bajo la idea de poder sobre los otros, desde el amor a las grandes corporaciones, a los totalitarismos, a lo que queramos; y se han desdeñado aspectos del ser humano que bajo el manto de estas suposiciones no dejan de ser ilusiones vagas de débiles. Nos hemos conformado pues, con esta idea de democracia como contraposición a lo peor, pero no nos hemos ocupado del demos, en esto hasta ahora no ha habido diferencia.

    Porque, para no abandonar el campo estrictamente político, si en algo se fundamenta la distinción derecha-izquierda es precisamente en su posicionamiento respecto de lo que es el ser humano, dicho así en general, este soporte no da para más. No me refiero a la cuestión de si es bueno o malo por naturaleza, error que ha sustentado toda la legitimidad del poder, en este caso decantándose por el primer extremo, incluidos totalitarismos de izquierdas. Sino en la cuestión de que sin ser ni bueno ni malo, simplemente partiendo del hecho del ser humano, hacia dónde han de tender sus características o su potencial. Y ahí es donde cobra importancia la idea que se tenga respecto de la idea del sujeto, en tanto si no está determinado respecto de la bondad o la maldad, habrá de ser en función de aquello que lo determine como nos encontraremos con uno u otro modelo. Y determinan muchas cosas, una de ellas la educación. Una de las cosas para las que determina es para ser o no libre, de ahí que tus reticencias a la idea de determinación no son significativas.

    Mira, el ser humano siempre ha sido fabricado. Entiendo que esta palabra chirría aplicada al ser humano, pero te aseguro que en mi idea, lo de fabricar arios de ojos azules o estajanovistas no entra. Pero es así. Fabrican los padres dando amor o rechazo, la escuela quitando horas de filosofía, y fabrica el poder desde siempre, sobre todo sustentado en el dualismo y la libertad metafísica del “estoy jodido, pero tengo esperanza o podría haber elegido hacer otra cosa”. Cuando comentas lo de la alta cultura, déjalo en cierta cultura para evitar malentendidos, te remites a ello, no se dan las condiciones para ello, ni desde el punto de vista creativo ni del gusto. Lo que no sabía es que pensabas que ello era producto del maná.

    Claro que se puede dar mala fábrica, eso pensaban los antirracionalistas, los antiilustrados respecto de la ciencia, en efecto. Es que hay que empezar por ese sujeto psicológico que mencionas, otra cosa es que estemos de acuerdo en que aún queda mucho para teorizarlo bien, pero otra cosa es abrazar la idea irracional, antiilustrada, romántica, decadente, antimoderna, de que no es posible.

    Aborreces de educación para la ciudadanía, estoy de acuerdo pero por cosas distintas. Primero es catequesis para limpiar mala conciencia dualista y segundo, reconoce el fracaso de que el mero hecho de entrar en un instituto no sea garantía suficiente de que, además de en conocimientos, forme ciudadanos sin necesidad de una asignatura específica, que encima necesita de cursillos para formar a sus maestrantes. Quieres más mala fábrica, sin tener que recurrir al gulag.

    “los conceptos filosóficos alimentados en el silencio del estudio de un académico pueden destruir toda una civilización” Heine. Si, ¿Y?

    Renunciamos a los conceptos. Matamos a los filósofos. Al conocimiento por su mal uso. Alimentamos el irracionalismo de los románticos, del pangermanismo que reniega de la ciencia aunque la usen para la solución final.

    La democracia solo tiene un problema, necesita de un demos ilustrado, no apto para todo lo que denuncias. Solo así habrá verdadera sociedad civil y verdadera representatividad. Mientras, como decía Galbraiht “la principal debilidad será la misma: el pueblo no creerá en la democracia para sí mismo”. Vamos que necesitará pastor.

    Tendré que terminar, a ver si nos vemos y le damos una vuelta al asunto.

    ResponderEliminar
  10. Anónimo9/2/08, 4:01

    Querido Borja:

    Empezaré por el final. La fe que refiero en el anterior comentario no va referida al socialismo sino a los sujetos, como observarás. Lo cual no quita que sea afín a muchas ideas socialistas, insisto socialistas, de izquierdas, insisto de izquierdas. Insisto tanto porque precisamente si algo no veo a mi alrededor es ni una cosa ni la otra. No es lo mismo decirse o aspirar a decirse de izquierdas que serlo. Sobre todo porque todo lo que atañe a cierta sensibilidad hacia lo humano que podríamos etiquetar como izquierda no existe en estos momentos.

    No digamos ya en esa factoría de poder que bajo la sombra de ciertas siglas se autodenominan de izquierda y que con mucha benevolencia podría aceptar como derecha moderada. Por supuesto que hay derecha e izquierda lo que no hay, he imagino a cualquier escolástico tirándose de los pelos, es centro. No se que es eso, si alguien me lo explica, agradecido quedo. La explicación más plausible que se me ocurre es que ese híbrido denota la moderación, a la que de vez en cuando, han de ceder los políticos cuando sus extremismos, dirigidos a sus supuestas bases de hooligans, chocan con ciertos sentimientos o valores compartidos. Hay izquierda y derecha con sus diferencias y no se puede ser tibio a la hora de posicionarse y luego hay ciertos contornos del ser humano que no son ni de uno ni de otro y a eso lo llaman centro, pues vale. La lucha por el voto no cautivo – pues suponen que lo hay, para empezar lo llaman indeciso, pues empezamos bien - debe merecer semejante bodrio.

    Mas que de Polis, que remite a cierta complejidad organizativa, yo hablo de Demos, sujeto político. Polis más bien lo entiendo como el espacio, ágora, foro, que hace posible la discusión, la comunicación entre individuos con un deseo común que es la mejor convivencia posible orientada hacia objetivos que ya te comentaba. No lo digo por precisar porque en última instancia van de la mano.

    En democracia parece que ese objetivo tiene mas visos de poder cumplirse, gobierno del demos, del discurso, etc, la retórica ya la conocemos. El problema estriba en que hemos teorizado una idea de organización, de ámbito político, democracia en este caso, por mera aproximación. Me explico. Aquello de Churchill de que la democracia es el mejor de los sistemas políticos posibles conocidos ( en mi traducción: el mal menor ) nos da la clave. Hemos llegado aquí por eliminación. Porque la verdadera cuestión a la que tu mismo aludes con frecuencia, la idea de poder, no ha sido suficientemente puesta en cuestión. Hemos asumido un cierto rol del ser humano subsumido a la idea de poder, de igual forma que utilitaristas, liberales económicos asumieron el suyo bajo la misma égida (me refiero a estos por el corte que representaron en su momento de la mano mas o menos tardía de la ilustración ). El ser humano es de cierta manera, es egoísta, tiende a refirmarse a si mismo bajo la idea de poder sobre los otros, desde el amor a las grandes corporaciones, a los totalitarismos, a lo que queramos y se han desdeñado aspectos del ser humano que bajo el manto de estas suposiciones no dejan de ser ilusiones vagas de débiles. Nos hemos conformado pues con esta idea de democracia como contraposición a lo peor, pero no nos hemos ocupado del demos, en esto hasta ahora no ha habido diferencia.

    Porque, para no abandonar el campo estrictamente político, si en algo se fundamenta la distinción derecha-izquierda es precisamente en su posicionamiento respecto de lo que es el ser humano, dicho así en general, este soporte no da para más. No me refiero a la cuestión de si es bueno o malo por naturaleza, error que ha sustentado toda la legitimidad del poder ( y que en última instancia resumes en paternalismo), en este caso decantándose por el segundo extremo, incluidos totalitarismos de izquierdas,. Sino en la cuestión de que, sin ser ni bueno ni malo, simplemente partiendo del hecho del ser humano, hacia donde han de tender sus características o su potencial. Y ahí es donde cobra importancia la idea que se tenga respecto de la idea del sujeto, y lo que determinará hacia una u otra dirección. Y determinan muchas cosas, una de ellas la educación. Una de las cosas para las que determina es para ser o no libre, de ahí que tus reticencias a la idea de determinación no son significativas.

    Mira, el ser humano siempre ha sido fabricado, entiendo que esta palabra chirría aplicada al ser humano pero te aseguro que en mi idea lo de fabricar arios de ojos azules o estajanovistas no entra. Pero es así. Fabrican los padres dando amor o rechazo, la escuela quitando horas de filosofía y fabrica el poder desde siempre, sobre todo sustentado en el dualismo y la libertad metafísica del estoy jodido pero tengo esperanza o podría haber elegido hacer otra cosa. Cuando comentas lo de la alta cultura, déjalo en cierta cultura para evitar malentendidos te remites a ello, no se dan las condiciones para ello, ni desde el punto de vista creativo ni del gusto. Lo que no sabía es que pensabas que ello era producto del maná.

    Claro que se puede dar mala fábrica, eso pensaban los antirracionalistas, los antiilustrados respecto de la ciencia, en efecto. Es que hay que empezar por ese sujeto psicológico que mencionas, otra cosa es que estemos de acuerdo en que aún queda mucho para teorizarlo bien, pero otra cosa es abrazar la idea irracional, antiilustrada, romántica, decadente, antimoderna, de que no es posible.

    Aborreces de educación para la ciudadanía, estoy de acuerdo pero por cosas distintas. Primero es catequesis para limpiar mala conciencia dualista y segundo, reconoce el fracaso de que el mero hecho de entrar en un instituto no sea garantía suficiente de que además de en conocimientos forme ciudadanos sin necesidad de una asignatura específica, que encima necesita de cursillos para formar a sus maestrantes. Quieres más mala fábrica, sin tener que recurrir al gulag.

    “los conceptos filosóficos alimentados en el silencio del estudio de un académico pueden destruir toda una civilización” Heine. Si, y?.

    Renunciamos a los conceptos. Matamos a los filósofos. Al conocimiento por su mal uso. Alimentamos el irracionalismo de los románticos, del pangermanismo que reniega de la ciencia aunque la usen para la solución final.

    La democracia solo tiene un problema, necesita de un demos ilustrado, no apto para todo lo que denuncias. Solo así habrá verdadera sociedad civil y verdadera representatividad. Mientras, como decía Galbraiht “la principal debilidad será la misma: el pueblo no creerá en la democracia para sí mismo”. Vamos que necesitará pastor.

    Tendré que terminar, a ver si nos vemos y le damos una vuelta al asunto.

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  11. Anónimo9/2/08, 4:11

    Perdonar feacios la repeticion, la seguna es la buena. Obviar la primera.

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  12. Settembrini, Tienes razón en muchas de las cuestiones que planteas, aunque yo no pueda estar de acuerdo en otras; para empezar por el desacuerdo, sigo sin entender del todo la distinción izquierda/derecha. No niego que remitiéndonos a la teoría se pueda distinguir una de otra, pero el problema es que la realidad existente nos muestra un panorama en el que parece muy difícil hacerlo. La gran paradoja de defender una izquierda aparte de la existente es que, si consideramos el estado de la política actual, nos encontramos con lo que podríamos llamar una "clase vacía", ya que -seguramente- no hay nada más alejado de la izquierda que defiendes que la izquierda realmente existente. Por esa razón -y no por desacuerdo con contenidos políticos significativos- trato de desembarazarme de unos términos que, más que aclarar, empañan y confunden la percepción de la realidad. Queramos o no, el significado de tal dicotomía se ha desvirtuado hasta convertirse sólo en imagen de marca, y eso estorba terriblemente el hablar de política. Creo que te entiendo al defender el sentido primigenio de la izquierda, pero dadas las cosas eso se convierte en un elemento que -creo- distorsiona el contenido que tratas de transmitir. Me parece más claro hablar de acciones´y propuestas que de cosmovisiones en las que cabe todo lo que queramos poner.
    Tienes razón en el concepto de "fabricación", aunque yo no me atrevo a considerarlo sin algún matiz; quizás el más importantesea que, si bien la sociedad circundante nos hace como somos, no sabemos exactamente cómo ni cómo reproducir una fabricación exactamente dirigida o diseñada. La manipulación consciente de la fabricación humana habría de contar con un conocimiento exhaustivo del proceso en su conjunto y una capacidad absoluta de intervención en cualquiera -siquiera el más mínimo- de sus parámetros, lo que sólo está al alcance de un ser todopoderoso y omnisciente del que distamos mucho; en caso contrario, y la teoría cuántica nos habla de ello, seremos incapaces de predeterminar efectos cuyas causas quizás no sean lineales o contengan una indeterminación que podríamos llamar también cuántica. Los experimentos realizados para dominar íntegramente la formación de un "hombre nuevo" han sido hasta ahora un fracaso colosal y han terminado en la esclerotización de la vida social, la tiranía o la masacre; además, quizás por ello, es difícil precisar quién poseería el control de los procesos dirigidos y habría que confiar, otra vez, en que esa vanguardia intelectual estuviera absolutamnete libre de afectos que, al día de hoy, afectan a todos de alguna manera. Desconfío,por otro lado, de que una aglutinación de poder desmesurada como el que exigiría un proceso de control social tan regulado no fuera aprovechado para ejercer ese poder sin restricción. Una fe absoluta en el "hombre nuevo" puede desvirtuarse hasta la convicción de que el "hombre viejo", ya que quizás ya no pueda ser reformado, ha de ser exterminado, y eso es lo que hizo Lenin con los kulaki rusos para procurar acceder al nacimiento de la sociedad nueva que preconizaba; también los jemeres rojos se creyeron obligados a extermianr a tods los adultos con estudios por el hecho de no creer que en lo viejo y ya formado pudiera florecer lo nuevo. Tanto tú como yo, en ocasión similar, me parece, estaríamos condenados junto a los pequeñoburgueses, los kulaki, los troskistas o los letrados. No quiero decir que tú defiendas semejante barbaridad, pero quiero señalar que un poder irrestricto PUEDE encaminarse a ello si no existen contrapesos intitucionales adecuados, contrapesos que sólo una sociedad liberal observa como parte insustituible de un sistema político. Lo importante, pero también lo humilde y poco pretencioso, del liberalismo es que considera como fin esencial del sistema político el establecimiento de medios prescriptivos para la realización de cualquier fin, cosa a la que otros sistemas políticos no han pretado demasiada atención.
    Aparte de eso, estoy de acuerdo con que la educación se puede mejorar de manera exponencial sólo con aplicar conociemientos y destrezas hoy postergados, así como la necesidad de un demos suficientemente ilustrado para hacer viable y efectiva la democracia. Bueno, Alf, un abrazo y cuídate, seguiremos hablando.

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