Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

martes, 5 de junio de 2007

Lógica Informal progresista.
Borja Lucena

Las tertulias radiofónicas se han convertido en un ingrediente más que acompaña la realización de los invariables rituales cotidianos. Como vagas bandas sonoras, se desarrollan mientras hacemos el desayuno, mientras nos vestimos, mientras preparamos la cartera para un día más de trabajo. La mayor parte, como los actos de cualquier mañana, participan también de su rutina y, a menudo, de la monotonía de amaneceres lluviosos. Dada su previsibilidad, los oyentes acuden a ellas para encontrar lo que quieren encontrar, más que para tener acceso a una mayor comprensión de la realidad. Son, por ello, más cercanas a un acto de fe que a la rara voluntad de conocimiento. No obstante, eso no quiere decir que, de vez en cuando, no podamos aprender a su través cosas valiosas. Algunos aprenden rudimentos sobre el funcionamiento de la bolsa, o el nombre de algún ministro o líder de la oposición. Incluso se puede aprender, quizás, algo de historia. Es raro ir más allá, pero a veces también ocurre. Por ejemplo, esta mañana, mientras oía distraído una sucesión interminable de opiniones, he tenido que abandonar la tostada con su mantequilla al descubrir un peculiar modo de distinguir los razonamientos válidos de los inválidos. El hallazgo ha sido de tal magnitud que no entiendo cómo las cosas seguían igual en el mundo cuando salí finalmente a la calle. ¿Seré capaz de narrarlo? Se discutía vehementemente sobre el resultado de las elecciones presidenciales francesas cuando a un pobre periodista inadvertido se le ocurrió defender la propuesta de reforma del estado formulada por Sarkozy. Inmisericorde, otro opinador le rebatió mostrándole que su argumentación era inaceptable: “ese argumento es propio de la derecha”, le dijo. ¡Oh, lógica sublime! ¡Así que estábamos equivocados cuando intentábamos seguir el curso de una argumentación, cuando nos acercábamos a analizar su contenido, cuando nos parábamos a determinar su forma! Ahora sabemos que no hace falta tal esfuerzo, dado que hemos encontrado un método a priori capaz de distinguir fielmente entre lo válido y lo inválido. El asunto es mucho más sencillo, y obedece a una ecuación de serena simplicidad: Argumento de Derechas = Argumento Inválido. Dotados de este sofisticado instrumento para el raciocinio, ¿será posible que volvamos a equivocarnos en política?

6 comentarios:

  1. Tres textos sobre los argumentos de izquierda

    Texto 1
    CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA COMUNICADO DE PRENSA Sesión n.º 2794 del Consejo Justicia y Asuntos de Interior Luxemburgo, 19 y 20 de abril de 2007
    DECISIÓN MARCO DEL CONSEJO RELATIVA A LA LUCHA CONTRA EL RACISMO Y LA XENOFOBIA

    Declaración que deberá constar en el acta del Consejo en el momento de la adopción de la Decisión marco

    "A día … (fecha) el Consejo de Ministros ha adoptado una Decisión marco relativa a la lucha contra determinadas formas y manifestaciones de racismo y xenofobia mediante el Derecho penal. La finalidad de la presente Decisión marco es la aproximación de las disposiciones de Derecho penal y la lucha contra los delitos racistas y xenófobos de manera más eficaz mediante el fomento de una cooperación judicial completa y efectiva entre los Estados miembros.
    La Decisión marco se refiere a los delitos de incitación pública al odio y a la violencia y la apología pública, la negación o la trivialización flagrante de los crímenes de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. La presente Decisión marco se limita a los delitos cometidos por motivos de raza, color, religión, ascendencia u origen étnico o nacional. No se refiere a los delitos cometidos por otros motivos, por ejemplo por regímenes totalitarios. Sin embargo, el Consejo lamenta todos estos delitos.

    Texto 2

    La doctrina correcta
    POR EDURNE URIARTE ABC 24-4-2007 10:28:10

    Década tras década, perdura la memoria privilegiada del estalinismo. El icono del horror totalitario es el nazismo, y Europa se resiste a que el estalinismo ocupe su lugar de honor en la simbología del terror, aunque su furia asesina alcanzara a veinte millones de personas y el nazismo, a seis. Pero no se trata de una guerra de cifras, sino de una guerra de ideologías y de memorias intelectuales construidas sobre un totalitarismo y otro.
    Esa memoria explica que la Unión Europea aprobara la semana pasada una ley que castiga la negación del Holocausto, pero no los crímenes de Stalin. A pesar de que lo habían pedido Estonia, Lituania y Polonia. A pesar de que es una incongruencia. A pesar de que elude la auténtica historia de Europa. Raymond Aron ya explicó hace muchos años el origen de esta contradicción. Los intelectuales, despiadados con las debilidades de las democracias, son indulgentes con los mayores crímenes a condición de que sean cometidos en nombre de las doctrinas correctas.
    La doctrina correcta. Aún se trata de eso, de que el comunismo y el estalinismo todavía parecen un error, incluso un horror...de la doctrina correcta. La UE castigará la incitación a la violencia por motivos raciales, étnicos o religiosos. Es un gran avance, a pesar de tantos exquisitos y melindrosos preocupados por la libertad de expresión. Pero la historia de la violencia, su presente y su futuro, se sustenta igualmente en otras narrativas, las de la injusticia, la desigualdad o la explotación. En su nombre, también se incita a la opresión y al terror. Aunque conserven la aureola de la doctrina correcta.

    Texto 3
    Necedad occidental
    Reconozco que he sufrido de este complejo polaco pero como he vivido muchos años en Francia y los Estados Unidos a menudo me rechinaban los dientes y tuve que aprender a controlarme.... la necedad occidental no es un invento nuestro, de los peores europeos, aunque su nombre debería ser diferente: imaginación estrecha. Porque los occidentales hacen que su imaginación sea más estrecha cuando dibujan una línea a traves del centro de Europa, cuando dicen que no les interesa ocuparse de esos desconocidos que viven en el este del contimente. Había motivos para Yalta (había que pagar aun aliado), pero mediante ese acuerdo se decidió algo más, se determinó que países eran estériles y carecian de importancia para el desarrollo de Europa. Medio siglomás tarde no fue sólo Europa Occidental la que no hizo nada para prevenir las atrocidades de la guerra y la limpieza étnica en Bosnia. Lo mismo ocurrió on los Estados Unidosdu rante cuatro años, cuando se encontraban en la cima de su poderío: consideraron a los países que formaban Yugoslavia fuera de la zona de sus intereses y no hicieron nada, aunque hubiera bastado con una intervención militar para salvar a miles de existencias humanas.
    La imaginación estrecha se explica si se reconoce que el mundo es un sistema de vasos comunicantes y tampoco sabe salirse de aquello que se conoce. Cuando me encontré en los Estados Unidos, recién acabada la guerra, no pude contarle a nadie qué había ocurrido en Polonia en los años 1939-1945. No me creían. Pensaban que, como es natural, la prensa escribe durante la guerra cosas terribles del enemigo, pero cuando los tambores de guerra se acallan todas esas brutalidades resultan ser sólo propaganda. ¿El Mal en estado puro? ¿De verdad quiere usted que creamos en la existencia del diablo?”

    Abecedario. Diccionario de una vida. Czeslaw Milosz

    PD: espero que después de este último texto os dareís cuenta que el "Anomino" soy yo Joaquín (Alias Riqui -o será ricky?) y que podo -ruego que me incluyais en vuestro selecto club
    Joaquin...181.137) - 16:36 - 8/05/2007 ...

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  2. Lógica progresista opus 64
    Hace unas semanas, no sé cuantas, tal vez meses, un artículo de Felix de Azúa reclamaba que buena parte de nuestros males en política no están en las formas, sino en el fondo, el poco fondo democrático de los españoles. Suscribo completamente sus palabras y las traigo aquí para subrayar las del amigo Borja. Una de las tristes herencias del dictador y del pensamientó que secó España durante cuarenta años es, precisamente, esta falta completa de comportamientos democráticos; y es que, cuando los españoles debimos estar aprendiendo los rudimentos básicos de lo que significa una democracia, aprendíamos lo contrario, el santo silencio y el negro rencor. Abierta la veda de caza, las ganas de hablar van empapadas de rencor, y las formas no son más que el reflejo de los fondos.
    Y pese a quién pese, la izquierda española, aunque gaste parte de su energía en mostrar la vinculación de la derecha con el franquismo, es su principal heredera y víctima. Un buen psicoanalista sabe que el que repite demasiado una cosa es porque no termina de creersela, es más, es porque cree justamente lo contrario. Eso se llama "reacción" y bien podríamos llamar a los que se comportan de ese modo "reaccionarios".
    A los europeos aún les queda mucho, aunque alemanes y franceses nos lleven años de ventaja; bien está que el amigo Riquelme traiga aquí estos textos para ilustrarnos. Y claro está que en esto, como en casi todo, nos dan mil vueltas los dos países que afortunadamente inventaron la democracia occidental tras siglos de silencio del espejismo griego: Estados Unidos e Inglaterra. No faltará aquí, por supuesto, algún antiglobalización que nos venga a decir lo contrario y le pinte bigotes hitlerianos a Bush o a Blair. Pero lo cierto es que EL ARGUMENTO DE AUTORIDAD, es decir, cifrar la calificación de unas palabras por razón a su origen, es algo que no tiene sentido ni en la política americana, ni en la política británica.
    La fundación moderna del estado que, imaginariamente, se establece en el contrato que todos los ciudadanos firman, y por el cual todos se comprometen con este estado, que toma cuerpo en forma de constitución, se hace, en principio, desde la libre disposición de los individuos; cada firma imaginaria representa el consentimiento y la adesión del ciudadano a su comunidad. En este estado de cosas queda descartado el rechazo de cualquier voz en virtud a su intencionalidad ya que se sobreentiende que la intención se hace patente en el contrato: hablo y respeto la palabra del otro. Puedo tener razón yo o puede tener razón él, pero las razones se discuten, no se prohiben. Sólo se me ocurre un motivo para, en esta situación, plantear una objeción al mero parlamento de otro ciudadano: que sepamos que falseó el contrato, que mintió, que su ánimo es contrario a esta comunidad de hombres libres que acabamos de fundar. Hasta el día de hoy, no sé en qué actitudes ve la izquierda "progre" esta animosidad malintencionada en la derecha; podríamos pensar que el atentado de Tejero nos puso en estado de alerta, pero sabemos que los partidos de derechas, incluso en ese momento, se comportaron a la altura del contrato firmado. Por tanto, sólo se me ocurre que aquí sucede, pero a nivel político, eso que Freud llamaba "el mecanismo de la proyección" y que, en castellano se traduce en un refrán: "cree el ladrón que son todos de su condición".
    Eduardo Abril.Feacio (88.8.188.50) - 18:59 - 8/05/2007

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  3. Por cierto Ricki...
    No te doy la bienvenida a esta playa porque sabes bien que siempre has estado aqui, aunque no se hicieran patentes tus palabras. Mandame tu email, que se lo he reclamado a Borja alguna vez y te mando los códigos para publicar en el Diario.
    feacios@hotmail.com
    abril_eduardo@hotmail.com

    Eduardo Abril.Feacio (88.8.188.50) - 19:05 - 8/05/2007 ...

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  4. ¡Bienvenido, Ricky! ¡Tu polaca y española sabiduría será aquí bien recibida! Un abrazo
    Borja Lucena. Feacio (88.3.188.66) - 11:37 - 9/05/2007...

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  5. Más sobre argumentación...
    He oído muchos comentarios sobre las elecciones francesas, pero aún no he podido explicarme cómo nadie se ha referido a la fantástica capacidad profética de la pobre derrotada Segolene. El argumento de la predicción taumatúrgica es también uno de los preferidos de ciertos movimientos que se hacen llamar “de izquierdas”. Este argumento reza: nuestra ideología contiene el programa entero al que obedece la realidad, y lo prueba nuestra capacidad de predecir lo futuro. Hace sólo una semana, la candidata proclamó con gesto airado, con ojos enfebrecidos y manos temblorosas, la nueva profecía revelada: "si gana Sarkozy, habrá violencia". Ganó Sarkozy, y la violencia volvió a tomar la plaza de la Bastilla. ¿No es prodigioso? La capacidad visionaria de cierta izquierda es algo que nunca me dejará de asombrar, aunque no sea algo nuevo en la historia europea. Parece que, incapaz de formular una política conceptualmente adecuada a la Europa post-soviética, una parte importante de la izquierda se refugia en la mera facticidad, en los puros hechos. Es un modo bastante simple de sentirse dotado de razón. No obstante, como decía más arriba, el hábito de hacer de la política una mera exhibición de artes adivinatorias no es nuevo. Me recuerda mucho a la demagogia totalitaria de Stalin y de Hitler; el primero describió a la burguesía como una clase decadente y moribunda condenada a desaparecer, lo que sucedió cuando él mismo se encargó de exterminar a todos los burgueses y "kulaki" rusos; Hitler, por su parte, afirmó repetidamente que los judíos pertenecían a una raza putrefacta que no sobreviviría a otra guerra mundial. Las SS se encargaron de que ello fuera así. Así, se encargaron con escrúpulo de que sus profecías se cumplieran. Más allá de la artificiosa distinción entre “izquierda” y “derecha”, ambos compartían una lógica idéntica: la realidad no es más que un material dócil en el que realizar la ideología de modo absoluto.
    Cuando se convierte en profecía, la política se pervierte de forma que sólo se conserva una mera apariencia de ella. Cuando los profetas se alzan con el poder se encargan de que el estado cumpla, de la forma que sea, sus predicciones visionarias. Así ganan adeptos, fe, votos y prestigio religioso. Así, obligan a que la realidad se pliegue a los mandatos arbitrarios de las ideas .
    No se trata aquí de comparar a la candidata socialista francesa con aquellos dos monstruos, pero, al elegir el camino de la profecía, ha vuelto a introducir en la política francesa una apelación a lo más peligroso para la libertad pública: los hechos como confirmadores de una ideología profética. Es algo a lo que, en España, estamos acostumbrados; por ejemplo, en el apoya acrítico a un ficticio “proceso de paz” cuya necesidad se basa en que, de no llevarse a cabo, se incrementará la violencia en todas sus formas: ¡claro!

    Borja Lucena. Feacio (88.3.188.66) - 15:36 - 9/05/2007 -...

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  6. comentario...

    La diferencia entre el líder que fundamenta su liderazgo en eso, en el mesianismo y la profecía barata, y lo que debemos esperar de nuestros políticos en democracia, no es simplemente una cuestión de formas, sino precisamente lo que está en su misma génesis. Es por esta razón que todas las proclamas que se alejan del contractualismo ilustrado y la isonomía griega, adoptan siempre el aspecto de religión; véase sino el marxismo, el fascismo y el nacionalismo. En el fondo lo que está aquí en juego es la lucha entre el pasado arcaizante y la modernidad racional.
    Las culturas primitivas se cuidaban mucho de que sus líderes, aquellos que ostentaban el poder y dictaban las leyes, fundamentaran sus discursos en aspectos susceptibles de ser sagrados: las profecías que apelan a un futuro predicho y las religiones que remiten a un origen mitológico de los que ostentan el poder. Frente a esto se erigió en grecia un modelo basado en la dignidad y voluntad del indivíduo: en la Iliada, las decisiones las toman los reyes en asamblea, donde ninguno es más que nadie y, en ningún caso se invoca ni al pasado ni al futuro. Se prefiguraba ya en el texto homérico el individualismo que es base de la democracia moderna también. Pero no confundamos este individualismo en el cual cada individuo responde sólo de sí mismo, pero "ante los demás", del igualitarismo en el que el individuo se diluye entre todos y no da cuenta de sí porque “muchos actúan como un solo hombre".
    Esta condición la aprovechan los modos de hacer política que fundamentan su discurso en el pasado mitológico o en el futuro mesiánico: que sean las masas de exaltados los que conviertan una promesa en una profecía, o un mito en un sentimiento nacional, por ejemplo; estoy pensando precisamente en el marxismo y el nacionalismo. Todos ellos no son políticos al estilo de lo que cabe esperar de una democracia moderna, sino sacerdotes, al modo de los pueblos que rodeaban a los griegos. Y frente a esos modos, completamente antidemocráticos pero sutilmente escondidos tras el cientificismo marxista [el que enuncia una profecía cree estar haciendo “sociología”] o el reformismo nacionalista [que cren restaurar los derechos legítimos de “pueblos” tratados injustamente por la historia] la única prevención es el fino olfato del que no cuenta más que con su inteligencia: distinguir a los sacerdotes de los reyes, y no pensar que son los mismos.

    Eduardo Abril.Feacio (213.162.200.19) - 14:19 - 10/05/2007 ...

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