Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

lunes, 24 de septiembre de 2007

Un partido necesario


El próximo día 29 nacerá en Madrid un nuevo partido: UPyD (Unión, Progreso y Democracia. Esperemos que las urgentes decisiones que el nuevo partido debe adoptar sean más afortunadas que la elección del nombre de la criatura). Nace bajo los auspicios de la gente que lleva años trabajando en “Basta Ya”: Rosa Díez, Fernando Savater, Carlos Martínez Gorriarán… Defenderá la necesidad de un estado fuerte que garantice la igualdad de todos los españoles y tiene como fundamento teórico los ideales ilustrados que, esperemos, esgrima con pericia frente a las huestes romántico-nacionalistas.

Temo que el debate de las próximas semanas se desarrolle en un territorio estéril: ¿A quién le quitará votos UPyD, al PSOE o al PP? No es esta la cuestión. Lo importante del nuevo partido es que va a cambiar el panorama político de un modo imprevisible. Incluso aunque no alcance el éxito electoral, su sola existencia puede alterar los planteamientos de los dos grandes partidos, especialmente del PSOE, y sólo por ello habrá merecido la pena.

El sábado se publicará un manifiesto con las líneas maestras del partido, en el que no habrá grandes sorpresas. Sólo tengo la duda si el partido adoptará un decidido tono laicista, lo que sería muy de desear para darle un contenido al partido, coherente con su raigambre ilustrada, que vaya más allá de la crítica al nacionalismo y marcar las distancias con el PP. Yo por mi parte espero el acontecimiento con ilusión, dispuesto a perder, a mis cuarenta años, la virginidad política para contribuir al nuevo proyecto. Me viene a la mente las imágenes de la noche electoral de las últimas elecciones generales cuando los simpatizantes del PSOE cantaban aquello de: Zapatero, no nos falles. Pues eso.

14 comentarios:

  1. Yo también estoy a la expectativa de lo que acontezca en relación al nuevo partido, y leeré con interés y esperanza ese manifiesto al que¨´Oscar se refiere. Todavía es pronto para adelantar una posición al respecto, pero hay aspectos que suenan prometedores. Otros me crean alguna duda. Para referirme primero a éstos, he oído algunos comentarios (creo que fue Savater) que levantaron en mí la sensación de una propuesta levemente escorada a lo reactivo; creo que no hace falta subrayar que le nuevo partido no es el PP, ya que a los ojos de todos está. En el momento en que la distinción con respecto al PP se convierta en una obsesión, me parece, estaremos ante una adulteración de lo que -creo- ha de ser una propuesta política positiva. Sumarse a ese "cordón sanitario" que procura separar y aislar a buena parte del electorado me parecería un modo de asumir el único mensaje en torno al cual Zapatero vertebra su discurso: "sólo nosotros tenemos legitimidad para usar el poder (y para hacer lo que nos dé la gana) porque somos de izquierdas".
    Una propuesta política positiva ha de elevarse sobre esas dicotomías estrechas de "buenos-malos" o "izquierda-derecha" y fundamentarse en una propuesta política de contenido perceptible y claro (sólo en relación a la postura política concreta podremos decir -si acaso- que se trata de una política "de izquierdas" o "de derechas": un grupo que se autocalifica de algo resulta sospechoso, porque quizás ésa sea la forma de reconocer que, siendo su programna indiferente, en realidad no defiende lo que dice defender). Todo lo que evoque un complejo de culpa al respecto ("¡No me relacionéis con el PP! ¡Os demostraré que también son mis enemigos!")recae en la reacción sin incidir en lo que políticamente necesita hoy España: positividad y fuerza, coraje y alegría para forjar un proyecto que no se avenga a tratos con lo "correcto" y estereotipado. No sé qué pecado existe en compartir ideas con el PP, o con cualquiera, siempre que se trate de ideas acertadas o, incluso, fundamentales; compartir ideas como la conveniencia de mantener la unidad jurídica de la nación y negarse a convertir un estado más o menos moderno en la parodia de los taifas andalusíes y sus reyezuelos meciocres de turno no es ninguna vergüenza; caer en la tentación de huir de estos planteamientos por considerarlos "de derechas" es compartir la clave hermeneútica que ha acuñado esta nueva izquierda vacía y, por lo tanto, fustrar cualquier intento de regenerar una política formulada en torno a clichés y dogmas. Eso sería lo mismo que hacerle el juego a un Zapatero que así justifica su pretensión de estar tocado por la divina gracia de "la izquierda" para intentar transformar España en un país hecho a imagen y semejanza de su santa voluntad.
    Si el nuevo partido tomara una senda reactiva, de definición negativa ante el mal encarnado en la "derecha", toda la esperanza de la que antes hablaba habrá resultado ser en vano. Espero que así no suceda y la política española abandone por fin los lugares comunes a que los partidos existentes nos tienen habituados.
    Por el contrario, una postura que sí me parecería atractiva e inteligente sería distinguirse del PP en el plano de la política concreta, al igual que, en ese plano, ha de distinguirse del PSOE; esto es, no apelar a conceptos metafísicos que pueden ser llenados del significado que cualquiera le quiera otorgar, sino a planteamientos y acciones políticas concretas; en este sentido, dejando de lado sentimientos de cuilpa, sería valiosísimo que enfrentaran el discurso político-abstracto del PP, perfectamente compartible por el nuevo partido en cuanto a cuestiones fundamentales, con su actuación concreta. Recordar al PP que un programa político no es un modo de ganar elecciones y que ha de haber una coherencia de estilo entre lo que se dice en el ámbito nacional y lo que se hace en el regiopnal y local. Señalando, por ejemplo, una de las principales razones por las que el PP se me hace tan sospechoso (porque regionalmente cada líder se comporta como otro tal reyezuelo paleto que desarrolla, si es preciso, programas perfectamente equiparables a los de cualquier partido nacionalista)el nuevo partido se haría acreedor de la confianza de muchos que, como yo, ve abrirse un abismo entre aquéllos princios "angélicos" y la realidad tozuda y mundana de la política.
    Es el momento de fundar una nueva política, y espero que este partido esté a la altura de ello. Con que se trate de un partido estándar europeo me valdría, no pido más.

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  2. Por cierto, Óscar, se me olvidaba excusar mi comentario sobre "la ciudad de los prodigios"; no era mi intención ofender a nadie, y advertí de que no he leído la novela. Sólo hablaba de ese pasaje, y a lo mejor el apasionamiento me hizo utilizar un lenguaje excesivamente belicoso. Un sdaludo

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  3. Yo también espero, no lo oculto, con un nerviosismo impaciente pero confiado en comienzo de esta nueva propuesta. Viví con esperanza la aparición de "Ciutadans" y aplico el mismo sentimiento a Rosa Díez, quién siempre me gustó (yo, como alguno de vosotros recordareis, viví intensamente aquellas famosas y fallidas primarias del PSOE, en las que Borrell y también Rosa Díez, me hicieron creer un poco más en los políticos, luego llegó Zapatero y... sobran comentarios). De momento no pienso renunciar a esta ilusión.
    No comparto del todo, con Borja, esta pretensión de salirnos voluntariamente del discurso-trampa en el que debamos justificarnos por no ser de derechas. Entiendo todo lo que dices, y a nivel teórico no dejo de pensar como tu, pero en lo práctico, precisamente creo que es importante hacernos con ese debate. Es verdad que la distinción entre izquierda y derecha, a los ojos de muchos (los más) no pasa de ser una categoría púramente estética: es de derechas quien estéticamente tiene ciertos pensamientos tópicos y de izquierdas quien tiene otros, previamente definidos e identificables.
    Por lo que entiendo, Borja, pretendes que no caigamos en la trampa de tener que justificar que el nuevo partido es algo distinto al PP. Bien, pues yo pienso lo contrario: tenemos jústamente que caer en esa trampa y, en mi caso, convertirme en un vocero de cierta idea: hay un nuevo partido de izquierdas, que entiende la izquierda de otra forma a como se concibe desde las filas socialistas o comunistas, con una vocación evidentemente ilustrada y socialdemócrata. Esto es, precisamente, lo que hay que explicar. Y no porque la derecha me parezca algo esencialmente malo, que va, sino porque la mera existencia de una nueva opción que, siendo de izquierdas comparte algunas cosas con la "izquierda zapatista" y otras con la "derechona"y todavía más con ninguna de las dos es, a mi juicio, la mejor forma de romper con esa simpleza bipolar de la política española.
    Desde las filas socialistas ya se insiste que el proyecto de Rosa Díez, es una retorcida estrategia del PP; confían en que sus votantes de izquierdas, la hinchada, no querrán vérselas con el demonio; y desde las filas pepesunas se hace un mutismo absoluto, convencidos en que sus votantes seguirán eligiendo un voto útil contra el PSOE que diluirse en otro partido de derechas más (dándole la razón a los socialistas). Pues bien, la tarea de este nuevo partido y la de los que creamos en la necesidad de este cambio, es la de explicar que se puede ser de izquierdas sin ser socialista, y que se puede compartir algunas políticas con el PP sin ser de "derechas". Ese es el espacio útil que hay que abrir.
    Lo que dices está bien como reflexión acerca de la degeneración de la política española, pero ahora la prioridad es sentar a Rosa en el Parlamento. Por eso me parece muy pertinente la consideración que hace Oscar sobre el laicismo; tenemos la experiencia de dos partidos que, en el tema de la religión, se comportan de manera ridícula: unos por ser "legionarios de cristo" y los otros por mucho prometer la quema de los conventos y al final instalar aire acondicionado en las abadías. No estaría mal un partido laico que de forma clara dijera: "la iglesia para los cristianos, y el estado para los ciudadanos".
    Otros temas me parecen igualmente interesantes y confío ver diferencias sustanciales respecto al PP y al PSOE; por ejemplo ¿se puede defender una escuela que promueva el respeto y el mérito y al mismo tiempo no promocionar la educación concertada?

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  4. Borja: quizá no me exprese bien en artículo, estoy de acuerdo contigo en el sentido de que el nuevo partido no debe ser reactivo, no debe obsesionarse por marcar las distancias con el PP. Lo que quiero decir es lo siguiente: si el único problema del país fuera el tema del modelo de estado, yo podría ser un votante del PP, un votante crítico con la acción del PP en determinados territorios, pero votante al fin y al cabo. Pero no lo soy porque hay otros asuntos que me separan drásticamente de la posición mantenida por el PP en los temas de educación (financiación de la escuela privada concertada, principalmente) sanidad, derechos civiles, relaciones con la iglesia, investigación con células madre etc.
    Básicamente porque sigo creyendo en el new deal americano, en la posibilidad de un estado fuerte que genere los suficientes servicios públicos que incrementen la igualdad real entre los ciudadanos. Aspiro a que el nuevo partido se pronuncie sobre estos temas y si lo hace, espero que lo haga en términos diferentes a los mantenidos por el PP.

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  5. Vaya por delante que voy a votar a ese partido. Me parece algo no sólo necesario, sino uno de las pocas esperanzas que nos quedan para quienes queremos frenar en lo posible la deriva nacionalista que está fragmentado (hace puchisiiiimo tiempo) nuestros derechos y libertades como ciudadanos... españoles (por favor, ya es hora de mandar al cuerno ese patético complejo de identificar el nombre de este país con un dictador que murió ya hace más de un cuarto de siglo)... y de paso dar un golpe de timón a los complejos de la izquierda... pero también de la derecha (en este sentido creo que Eduardo como profesor de un instituto valenciano nos podría hablar largo y tendido.)
    Mi critica es muy parecida a la de Borja: la identificación de este partido de una forma tan neta con la izquierda. ¿Y porque digo esto? ... pues porque no es lo más importante. Me voy a explicar. El discurso claramente a la izquierda parece que parte de una idea clara: ZP va ha ganar, o como mínimo gobernar en al siguiente legislatura. Ahora bien ¿Que pasaría si ganara el PP -en minoría- y cayera en la tentación de pactar con los nacionalistas? En este caso ¿No habría personas “de derechas” que buscaran un lugar bajo el sol fuera del PP? ¿E irían a un partido tan clarísima a la izquierda?
    Es más. Por no ver, no veo ni a un PP con una mayoría absoluta con las ideas claras de lo que ha pasado durante estos años de gobierno de ZP (que la Constitución ha quedado como mínimo muy muy tocada) y con la fuerza suficiente para obrar en consecuencia (redactar una nueva Carta Magna con todo lo que ello supone)
    Resumiendo: para mi, este nuevo partido debería apostar por intentar fortalecerse desde la idea de “nación de ciudadanos” tanto ante la derecha “existente” como la izquierda “existente” ...Y la "cosa" cuajara ¿porque no parir en un futuro dos partidos uno más hacia la derecha y otro más hacia la izquierda pero ambos con una idea clara de lo que debería ser la estructura del estado (simplemente una nueva constitución)?

    Todo lo demás me parece tirar balones fuera.

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  6. No puedo estar de acuerdo con tu comentario, Edu; creo que, precisamente, el modo de fracturar la sólida cristalización que se ha apoderado del ámbito político es renunciar a conceptos que han perdido toda significación (sobre todo, y es lo fundamental, toda significación práctica). Lo que quiero decir es que el nuevo modo de hacer política tiene que ser nuevo, esto es, no recaer en esas dicotomías que confunden más que aclarar el campo de la acción política. Si, como afirma Óscar, existen políticas que promocionan un estado capaz de proporcionar a los ciudadanos servicios indispensables (y estoy de acuerdo), subrayemos esa política posible en vez de enredarnos en la etiqueta que queramos ponerle; no por repetir que soimos de izquierdas y exagerar cualquier pequeña "seña de identidad" que nos distinga de "la derecha" vamos a practicar una política determinada; eso es lo que repite el gobierno socialista: gestos histriónicos de identificación y distinción que pretenden disimular una política lisa y claramente capitalista, sino abiertamente reaccionaria. Creo que el campo de batalla está en la práctica política, no en una denominación tan desnaturalizada que ha cesado de significar acciones y prácticas concretas.
    Óscar habla de su divergencia con respecto al planteamiento político del PP; yo tampoco comulgo con el grueso de la política que propone. La indefinición en tantos asuntos, tal y como apunta Don Cogito, permite dudar sobre la actuación futura, gane o pierda, que desarrollará. Me parece una propuesta, en muchos casos, viciada por intereses y la tan común mediocridad de la dirigencia partidista. La nueva política que todos deseamos no ha de fijarse en un solo tema, eso es cierto, pero tampoco puede olvidar la jerarquía que cabe hallar en la diversidad de problemas; me explico: una política que impulse la igualdad de todos los ciudadanos y que garantice el acceso de todos a los servicios públicos atendidos por el estado ha de basarse en la homogeneidad jurídica de la nación; si los derechos, en vez de ser inalienables y propios del individuo, se vinculan a los territorios, cualquier política como aquella se hace impracticable. Para decirlo en pocas palabras: en el problema de la definición de España y el estado nos jugamos no éste o aquél fin político, sino la posibilidad misma de que pueda existir la política y los fines que le son propios.

    De todos modos, y aunque nadie me lo pida, tengo que decir que este nuevo partido, quizás, podría hacerme abandonar mi acostumbrada abstención. Como véis no me dejaré convencer fácilmente, porque creo que sólo merecerá fe un proyecto que resista una crítica sincera y exhaustiva, pero tengo que decir que me gustaría que así fuera y mi ánimo se dirige a eso. Como dice Óscar: "Zapatero, no nos falles"

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  7. No puedo estar más en desacuerdo contigo, Borja. Tienes un vicio de algunos filósofos que me parece una forma refinada de no querer o no poder vérselas con la realidad, esto es, con los problemas. Se trata de considerar que las herramientas que tenemos para interpretar y cambiar la realidad son caducas e insuficientes y, por eso, merece la pena cambiarlas todas: redefinir el ámbito y cambiar el léxico. Esta forma de conducirse puede ser válido y extremadamente útil en muchos casos; ocurrió, por ejemplo, con el desarrollo de las ideas Marxistas: se trataba entonces de redefinir los problemas a través de nuevos conceptos que permitieras presentar la realidad como necesitada de un cambio radical, es decir, hacer de lo real algo contradictorio y así provocar una superación, en este caso una revolución socialista. En su momento el nuevo léxico marxista fue muy adecuado para forzar un cambio positivo de la sociedad. Otros utopistas políticos (y no políticos) no han hecho sino redefinir las mismas cuestiones en un léxico nuevo que permitía la iluminación de zonas oscuras y, por consiguiente, la admisión de nuevos propósitos por parte del ser humano.
    En tu caso, lo que ocurre, es que planteas una superación de los conceptos políticos que, actualmente están vigentes, pero no mediante la elaboración de un nuevo esquema; más bien, te agarras a conceptos traidos de la filosofía ilustrada y, según entiendo, en muchas ocasiones del liberalismo político. Y lo que a mi me parece es que ese léxico, que aún sigue operante, no es nuevo. Es más, cabe dentro y es perfectamente compatible con la asunción de estas dos grandes líneas explicativas de la política que son la izquierda y la derecha.
    Te doy la razón en que, desde los grandes aparatos políticos, se simplifica la cuestión hasta el máximo y, como ya he dicho, de hacen pasar estas dos líneas como meras figuras estéticas de nuestra cotidianidad; es decir, ser de izquierdas consiste en llevar una camiseta del Che, salir por chueca y estar en contra de los Estados Unidos, y ser de derechas, vestir polos Lacoste y el pelo al estilo "Ansar". Bueno, a eso se le llama "propaganda", uno de los más antiguos inventos de la sociedad moderna. Existe una hinchada socialista que está perfectamente construída a base de "propaganda" y otra hinchada popular del mismo corte. Estaremos de acuerdo los dos en reconocer que Zapatero es tan mal político como buen propagandista... esos gestos histriónicos de los que hablas, no son más que eso.
    Pero el reconocimiento de que la política moderna es "panfletaria" no es descubrir la luna, y no justifica un replanteamiento del ámbito que, por lo que dices, en tu caso no es tal.
    Para mi, la distinción entre izquierda y derecha sigue estando vigente y, además, necesaria; si quieres podemos hablar de eso. Lo que ocurre es que, contrariamente a lo que suele pensar la derecha actual española, no creo que Zapatero sea un buen ejemplo de "izquierda". Ahí reside mi ilusión por el nuevo partido de Rosa Díez que, como Joaquín, si puedo en la Comunidad Valenciana, también pienso votarles. Rosa diez y Sabater me parecen dos tipos de izquierdas, de la mejor izquierda, no de esta idiotez que, por desgracia, no ha inventado el señor zàpatero. Y que conste, yo no tengo ninguna pretensión de distinguirme del PP, y no tendría ningún problema en votarles si pensase que ahí está la solución, pero el caso es que no lo creo.

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  9. Leo con interés todas vuestras entradas pero sigo repitiendo que en cuanto a lo que -desde mi punto de vista- debería ser el centro del debate de un partido como este no debería ser si se es derechas o izquierdas (no porque no existan), ni si PP sí o ZP no... sino -por ejemplo- en que quedará la Constitución de 1978 si se da carta blanca a un estatuto de autonomía como el de Cataluña.

    Para mi en lo esencial, el nuevo partido debería ser quien pusiera “el cascabel al gato” (algo que no creo que ningún partido hoy por hoy se atreva a hacer) y apostara o bien por una reforma constitucional que pusiera limites definitivos y claros al poder autonómico o simplemente por una nueva constitución que recuperara para el Estado competencias como -por ejemplo- Educación.

    Debo aclarar que parto de la tesis de que basicamente lo que ha hecho ZP es acelerar un proceso que ya estaba en marcha (e implícito) en la propia Constitución Española... y desde la promulgación de la Constitución. Así, aún si se declarara anticonstitucional el Estatuto de autonomía catalán, el PP gana por mayoría absoluta (y de paso se dejara de devaneos con los nacionalistas) y el Buen Dios en toda Su Misericordia iluminara el cerebelo de nuestro Querido y Amado Presidente... nada habría cambiado en lo esencial, no se colocaría más que un parche a lo que es el problema de fondo....Que ahora se le haya caído la venda de los ojos a más gente fuera de los “territorios históricos” no significa que durante todos estos años de “ceguera” no se haya producido un proceso de desintegración descarado, ni que (lo repito) continuase tal tendencia aún cuando se solucionase de alguna manera la situación actual. Quien haya vivido (por ejemplo) en Cataluña sabe perfectamente a lo que me refiero.

    El partido que se atreva a obrar en consecuencia es simplemente el partido que votaré las próximas elecciones. Que sea de derechas o izquierdas no me importa lo más mínimo. La cuestión para mi es: ¿Podré algún día pasearme por Barcelona sin tener la sensación de que cada día que pasa soy cada vez menos ciudadano?

    Por cierto Eduardo, con todo el aprecio y sin ningún animo de ofenderte... también me gustaría pasearme por Madrid como ciudadano (lo digo por ese lema que propones de "la iglesia para los cristianos, y el estado para los ciudadanos")

    Muchos abrazos a todos

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  10. Completamente de acuerdo Joaquiín. Tampoco creo que el debate deba estar puesto, exclusivamente, en determinar si es un partido de izquierdas o de derechas: En realidad ese debate es algo iniciado por los dos grandes partidos, especialmente el PSOE, que no quieren perder ni a uno solo de su hinchada en unas elecciones que serán duras; está funcionando la maquinaria propagandística. Pro tambien creo que no podemos evitar meternos en esta discusión ya que renunciar a la propaganda en época electoral significa, queramos o no, un suicidio político. Por eso me esforzaré todo lo que pueda y en los foros que me dejen, en defender que Rosa Díez no es una extensión del PP y que la política que propone, aunque no coincida con el Psoe, no por eso renuncia a una vocación izquierdista. Estamos en elecciones y yo quiero sentar, enla medida de lo que pueda hacer, a Rosa en el Parlamento.
    Pero tienes razón cuando dices que de lo que se trata es de ver si hay algún partido que sea capaz de frenar esta deriva nacionalista y este proceso de descohexión que sufre el estado, alguiien que le ponga el cascabel al gato. No sé si el nuevo proyecto se atreverá, pero desde luego parte con mi confianza y con el ya repetido "Zapatero no nos falles".
    Amigos, estamos en campaña electoral.
    VOTA UPD

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  11. Edu, no estamos de acuerdo. Reconozco que no estoy libre de vicios filosóficos, pero no creo que nadie pueda alardear de estarlo. A mí me sigue pareciendo que aferrarse de manera fetichista a la palabra es postergar y desplazar la realidad que ha de acercarnos. Deberíamos separar la cuestión, digamos, ontológica -esto es, si es determinable un significado concreto y políticamente significativo para la dicotomía "izquierda-derecha", si hay distinción real entre ambas, o mera distinción de razón- y la cuestión práctica de unas elecciones y la propaganda necesaria para ganarlas. Quizás desde este segundo aspecto sea más efectivo usar conceptos, aunque sean vacuos, que arrastran emocionalmente al electorado, pero esat no es la discusión que yo entendía y no me refería a ello. Yo hablaba de la distinción real y la definición de lo que hoy podemos llamar "izquierda" y "derecha" como de una etiqueta que ha perdido consistencia y sirve para nombrar lo que a cualquiera le apetezca. Con esto no cierro la discusión, pero es necesario, entoinces, que los que defendéis sin reserva que existe "la izquierda" y posee significado político propio adelantéis el contenido que no puede percibirse en el uso cotidiano del concepto. ¿Qué es la izquierda política y en qué se distingue de la derecha? Hasta ahora sólo hemos debatido sobre la etiqueta, sin penetrar en el asunto de fondo: tú defiendes un nombre, yo lo descalifico porque me parece vacío (dejando aparte su buena prensa e idoneidad electoral). Para salir de este atolladero sólo es posible acudir "a la cosa misma": ¿tienes una definición aceptable del concepto de "izquierda política"? ¿Puedes señalar acciones inequívocamente "de izquierdas", así como pensamientos o proyectos? Creo que a estas alturas no nos valen las afirmaciones del tipo "la izquierda persigue el bien común " o puerilidades semejantes.
    Para mí: el problema es que el concepto en sí está gastado, extenuado tras tantas torsiones a las que ha sido sometido, y ha cesado de significar algo determinado o conceptualmente tangible: ahí radica el peso de mi argumentación; se ha llenado de significados tan diversos y variopintos (desbordando ampliamente el campo categorial de la política) que se ha convertido en mera y vaporosa etiqueta vacía. Yo no niego que exista una diversidad de prácticas políticas posibles, incluso dentro de propuestas que asuman sinceramente el marco de un estado liberal y de derecho, sino que rechazo que las cosas nuevas sean nombradas como las viejas - que eran distintas- ya que eso presta confusión y equivocidad a un terreno que, dado las terribles consecuencias prácticas que puede convocar, debe reunirse más bien en torno a la claridad.
    Vuelvo a repetir que acepto el riesgo del error. Estoy dispuesto a admitir que tales conceptos tienen significado hoy en día en cuanto se me señale qué significado tienen y a qué realidades refieren. ¿Qué es la izquierda y en qué se distingue de la derecha?
    Saludos a ti y a todos

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  12. Leo ahora ewl comentario de Don Cogito y comparto plenamente lo que dice; es precisamente lo que yop he defendido desde el comienzo de esta discusión, aunque expresado con particular y envidiable concisión.

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  13. Dos magníficas propuestas del nuevo partido que hacen alentar prudentes esperanzas:
    1- devolver las competencias en materia educativa al estado central para acabar con el sistema disparatado de 17 sistemas educativos distintos.
    2- En consonancia con ello, la eliminación de la espuria discrimanación en las pruebas de acceso a la función pública, que actualmente impide a muchos aspirantes presentarse en determinadas comunidades autónomas, mientras los originaios de éstas sí pueden presentarse donde les plazca.
    Quuizás este tipo de medidas sean el único modo de frenar la creciente paletización de la educaciuón, así como de la vida en general, que padecemos en España.

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  14. Es una pena que a UDP no le va a dar tiempo a montar un equipo con gente suficiente para tener buena cobertura nacional.

    El PSOE hace años que mutó en P$o€ y ahora en ZP$o€.

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