Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

jueves, 28 de marzo de 2013

Para comprender la guerra civil.
Borja Lucena

Nunca he comprendido eso de la "memoria histórica". ¿Por qué no hablar de "memoria" a secas? ¿Por qué no de "historia" sin más? Me resulta sospechoso el hábito de poner apellidos a las cosas, lo que, creo, apunta decididamente al intento de transformarlas de acuerdo a una voluntad (de poder, claro, o ¿cómo si no iba a ser una voluntad?). Poner un apellido a las palabras es desacreditarlas, humillarlas, poner en claro que ya no sirven, alterar su significado para obligarlas a decir eso que por ellas mismas no dicen. En el caso que me ocupa ahora, me parece que está claro que la forzada voluntad de hablar siempre -así como de obligar a hablar a los demás- de "memoria histórica" se puede traducir como un modo de subordinar la memoria a algo que, simplemente, no es memoria. ¿Qué es entonces? Quizás sea, simplemente, el intento de alejar el arriesgado ejercicio del recuerdo -aquello que da profundidad a la vida humana y la aleja de ser la mera sucesión de momentos presentes-, un recuerdo que, como es el caso de nuestra guerra civil, sólo puede incomodar, colmar de perplejidad, llenarlo todo de fantasmas; o bien puede ser que, bajo esa denominación, se esté en realidad exigiendo el derecho a escribir la historia con independencia de los acontecimientos, lo que es muy propio del grado de desarrollo actual, cuando hemos casi perdido el mundo y sus hechos, y en todos los lugares no pretendemos más que encontrarnos a nosotros mismos y nuestros deseos.

Pero si pretendemos comprender la guerra civil, y no borrarla o reconstruirla como si fuera un mecano de nuestro albedrío, nos tendremos que enfrentar a lo que es, quizás, lo más difícil de aceptar: su extremada complejidad. A menudo se quiere reducir a una guerra de ideas, pero no fue más -ni fue menos- que una guerra entre hombres.

A la complejidad presente en los problemas humanos, complejidad que no poseen las ideas, se enfrentó Simone Weil en su expedición al frente de Aragón, año de 1936. Allí vio muchas cosas, pero queda hoy en mi memoria un breve comentario. S. Weil relata una conversación con campesinos de un pueblo de Aragón tomado por las columnas anarquistas:
¿Si había mucho odio contra los ricos? -Sí, pero todavía más entre pobres.
Simone Weil, Escritos históricos y políticos; Diario de la guerra de España

2 comentarios:

  1. alfredo ferreiro21/4/13, 20:53

    No lo veo. Weil se referiria a lo reciproco. Goya nos regala la lucha a garrotazos. Imaginas al señor a garrotazos de igual a igual. La ley de hipotecas que es lo fundamental, sancionaba entre iguales. Por eso hay que cambiarla, ya no legisla entre iguales. La perversion del lenguaje es cada vez mas gruesa la competencia es minima, el analfabetismo es la norma. Y estando de acuerdo no olvido que la historia no es una ciencia.

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  2. Sí, Alfredo, yo tampoco creo que sea lo mismo, pero me parece que Weil sólo intentaba que tampoco pasemos sobre lo que existe cerrando los ojos y escribiendo la historia como nos gustaría que fuese.
    Un abrazo

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